Y es por entonces (muy anticipidamente por cierto) que debí comprender el alto grado de humanidad que desarrollaban los animales en aquella granja de bestias bipedistas, basta pues con ver la misericordia con que el zorro desplumaba al gallo enfermo no sin antes ofrendar sus respestos al gallinero en forma de una mueca o dos.

Sin embargo dentro de los intestinos de aquellas murallas de adobe se mal vestía ahora la lujuría y el derroche de una gloria pasada, un altar de velas se sacrificaban noche a noche a los santos cocidos de oraciones hipócritas que hacían oídos sordos a tantas plegarias necias, mientras al sol del día a día una sonrisa disfrzaba detrás de los dientes perlados los sentimientos mas negros.

continuará