Las diez de la mañana, y el sol no ha salido todavía.
Me levanto de la cama, con el cuerpo tan entumecido como la mente y miro por la ventana. Grupos de personas, alteradas y aterradas, miran al cielo. Algunos se agarran a sus parejas e hijos. Otros, miran el reloj sin comprender.
Un niño, agarrado al brazo de su madre, se gira y me mira. Me mira y sonríe señalándome.
Siento que algo está mal. El Sol no ha salido y sin embargo, la habitación en la que estoy está iluminada como si el sol entrase por mi ventana. Me giro y no veo mi sombra. Me miro las manos, pero una luz intensa me ciega.
Siento el impulso de saltar. Saltar por la ventana. Y sé que no es buena idea, ya que estoy en un décimo piso. Pero no me importa, abro la ventana y salto lo más fuerte que puedo.
El aire me acaricia la piel y me revuelve el pelo. Miro abajo y veo que todas las personas han fijado su mirada sobre mí. Algunos gritan, otros me señalan con el dedo sorprendidos.
Me siento libre. Feliz.
El suelo está cada vez más lejos. No bajo, subo. Vuelo, como un pájaro jugando entre las nubes. El cielo se ilumina a medida que paso. Los niños y las mujeres dejan de llorar.
Los hombres, miran al cielo agradecidos. Soy luz. Soy vida. Y yo me siento tan vivo como las flores que se abren bajo mi luz.
Pequeños roedores, salen de sus madrigueras moviendo su naricita curiosa.
En el horizonte, veo el sol. Perezoso y tímido con su salida. Vuelo más rápido y me acerco más a él. Su calor me abraza, no me quema. Me llena de energía y lo siento tan dentro de mí que, sin saber cómo, sé lo que ha sucedido. El sol está viejo y cansado. Me pide ayuda. Me necesita.
Me acerco todavía más a él y su luz y calor me rodean. En el centro, un pequeño anciano descansa sobre una cama. Sus ojos me sonríen y me invitan a acercarme a él.
Su mano sujeta la mía. Siento su piel muy fría y su cuerpo apenas tiene el brillo de una cerilla.
Sin palabras, sé lo que debo hacer.
Sujeto al hombre entre mis brazos mientras se apaga. La luz de sus ojos no tarda en desaparecer.
Soy el nuevo Sol. La luz de nuestra galaxia que verá durante mucho tiempo nacer y morir a los animales y plantas. Mis hijos.
Abro los ojos y el ruido de las máquinas me devuelven a la realidad. Intento levantarme de la cama, pero no puedo. No puedo moverme.
A mi lado, mi madre duerme en el sillón. Está agotada.
La enfermera, entra y hace varias pruebas de las que no me entero.
No me importa lo que hagan. Pienso en el sueño y me vengo abajo. El calor del Sol sobre mi piel. ¿Podré volver a sentirlo en mis piernas?
Días después, me dejan volver a casa.
Cuando entro en mi habitación, mi madre apoya su mano sobre mi hombro. Ella me lo propuso. Sabía que sería duro, pero no quería eliminar mis antiguas fotografías. Lo que había sido la primera parte de mi vida.
Fijo la mirada en una de ellas. En un mirador, en San Sebastián, Lucía y yo nos sacamos mil fotografías antes de decantarnos por esta. Fue nuestro primer aniversario.
Giro la cabeza y no sé en qué momento mi madre me ha dejado solo. Las lágrimas me arden sobre las mejillas. Todo ha sido mi culpa.
Hace casi un mes, Lucía y yo celebraríamos nuestro último aniversario juntos. Su sueño era que la llevase en moto a aquel mirador. Y así lo hice.
El día era lluvioso y un conductor se nos echó encima. Ella cayó sobre el quitamiedos muriendo en el acto y yo… Sigo vivo.
Me toco las piernas, aunque sé que no sentiré nada. Me acerco a la ventana y abro la persiana. La luz entra en la habitación acariciándome la cara con su calor. Cierro los ojos y recuerdo el tacto de sus labios. Mi Lucía. Mi perfecta Lucía.
Recuerdo el sueño que tuve en el hospital y una sonrisa amarga se dibuja en mi rostro.
Ella era el sol que se apagó dejándonos a todos en la más absoluta oscuridad. No puedo rendirme y hacer infelices a los que me rodean. No sería justo para nadie.
Con esa determinación llamo a mi madre y a la enfermera para que me ayuden a meterme en la cama.
Mañana será el primer día de mi segunda vida. Seré el Sol de las personas que me rodean. Al igual que Lucía fue para mí el Sol que iluminó mi vida con su bondad y cariño.
|