Otro perro que le ladre a esta princesa,
ni ratón
ni leòn
ni elefante,
otro estoico perro que no sea cobarde.
Te diré que no,
que no me beses los labios,
si después de jugar al amor
en el cielo rezagado,
vas a pedirme perdón,
¡burdo descaro el tuyo!
Un canino de pupilas amables
y de aspecto primitivo en sus modales,
un enigmático señor en las sombras,
-que giles son los que sobran-
y un agitado animal
en el boom de mis caderas rotas.
¡Otro perro, si señor!,
que venga el siguiente a jugarse el honor,
que vengan los que quieran,
un poeta, un peón o hasta un ladrón.
Te diré que si,
que en este romance
siempre habrá
un rey caído,
un alfil
y hasta un princesita que se creyó reina
de los versos bandidos
¡y otro perro por favor,
que la paciencia no la va conmigo!
Un perro
que me muestre la rabia
¡Shh!, que sea dulce hasta cuando calla
para decirlo todo con la mirada,
un perro
que se lleve mi corazón a la rastra,
para compartirlo con la jauría
que en sus travesías lo acompaña.
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