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Inicio / Cuenteros Locales / alexis1718 / La chica de rojo

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Existe una delgada línea entre el amor y la obsesión, amar a alguien es vivir para esa persona, serle fiel y asegurar el bienestar de esa persona, dar todo por quien amas, estar obsesionado ¿No es más o menos lo mismo? Yo me enamore, me enamore de aquella chica que cada mañana pasaba por la puerta de mi casa y se dirigía aparentemente al trabajo con su cartera negra colgada en su hombro derecho, siempre maquillada, camisa blanca, pantalón negro y sandalias, no importaba si era invierno o verano, su vestuario no cambiaba, la empecé a ver sobre enero del 2015, siempre caminaba aceleradamente con la vista hacia adelante, el pelo rojo se deslizaba casi rectamente hacia los costados unos milímetros antes de tocar sus hombros posiblemente producto de horas de la planchita frente al espejo, yo trabaje siempre en la misma empresa, desde hace más de quince años que mantengo la misma rutina, despertarme al sonar mi alarma a las 07:15, ni un minuto más ni un minuto menos, caliento el agua del mate mientras me baño y luego voy tomando alguno mientras me voy aprontando, por ultimo disfruto sentarme quince minutos en la puerta acompañado de mi termo y observar a la gente pasar, eso me relaja unos minutos para finalmente salir a mi empleo, así la conocí a la chica de rojo como suelo llamarla, es de mi misma edad, tal vez un poco menor, recuerdo una mañana que tome impulse y le salude con un vago, buenos días, ella solo me vio por encima del hombro y acelero el paso, sobre mi frente comenzaron a acumularse gotas de sudor y sentí como me subía la presión, nueve meses juntando fuerzas para aquellas dos palabras y la había hecho sentir incomoda, aquel día volví a entrar a mi casa y no fui a trabajar, me reporte enfermo.
Pensé en seguirla al trabajo, ver donde trabajaba, tal vez fuera vendedora y ganara comisión, entonces me aseguraría que su comisión subiera, pero ella ya me había visto varias veces y seguramente me reconocería si empezaba a caminar tras de ella, podría pensar que soy un psicópata y empezar a gritar.
Aquel minuto de la mañana donde podía observarla pasar frente a mi como modelo en una pasarela comenzó a ser cada vez más ansiado por mí, algunas noches no podía dormir esperando el momento, me di cuenta que estaba deslizándome poco a poco hacia lo que la sociedad llamaba amor, eso me decía para intentar parecer normal, pero dentro de mí, una parte oscura conocía la verdad, el amor así no es, el amor no se siente por alguien que ves un minuto al día, el amor es hacia alguien a quien conoces a la perfección, algo así se llama obsesión y yo me estaba obsesionando, recuerdo una tarde pasar unas cuatro horas en Facebook intentando dar con ella, busque por colegios, trabajos, necesitaba saber más, ¿qué le gustaba comer? ¿tenía alguna adicción? ¿Qué color de remera le gustaba? Una tarde decidí que estaba enfermo e intente distraer la cabeza y salir a la calle, recuerdo dejar mi casa e ir a pasear por la rambla, tuve que volver a las horas, en total me pareció haberla visto unas cuarenta y siete veces, ella era como una enfermedad que se estaba apoderando de mí y lo peor es que ni siquiera lo sabía, simplemente caminaba hacia su trabajo sumergida e sus propios pensamientos, la chica de rojo no sabía que yo existía y yo prefería que siguiera así, un amor como el mío no podía ser sano, fue cuando comencé a analizar mis opciones.
Podría ir directamente y encararla, tal vez pedirle amablemente que pasara por otra calle, pero seguramente me arrojaría gas pimienta en los ojos, otra opción era mudarme de casa, pero una mudanza era costosa y mis ingresos eran algo justos, luego había una tercera opción y era dejar de salir a la calle, era la más lógica, esperar el horario laborar en mi casa hasta que fuese la hora de ir al trabajo, se necesitaría una fuerza de voluntad muy grande, equivalente a la de los adictos al cigarro cuando le dicen que debe dejar de fumar, pero tenía que intentarlo, aquella mañana cerré la puerta con llave y me quede adentro observando el vacío, los primeros minutos creí que lo lograría, en verdad lo creí, pero poco a poco mis manos comenzaron a sentirse húmedas, mis labios resecos y fue tanto el calor acumulado que debía tomar un poco de aire natural, intente resistirme por un minuto o dos pero fue inútil, allí estaba yo, afuera de nuevo con mi termo y mi mate observando a la chica de rojo pasar frente a mí.
En ese momento, creí que era una maldición, una condena que estaría condenado a vivir durante varios años, pero luego ocurrió algo que me calmo internamente, incluso podría decirse que me curo, le salve, le salve de prácticamente morir y cada día de mi vida desde entonces siento que todo fue por algo.
Diecisiete días después de mi fallido intento de mantenerme dentro de la casa me senté como siempre en el escalón principal de mi hogar, coloque la bombilla sobre mis labios y comenzó a tomar el agua del mate, sentí el agua caliente deslizarse por mi garganta y me senté a esperar, esperar a mi chica de rojo, ella paso a la misma hora de siempre, tenía la vista fija adelante el buzo blanco, el pantalón negro y las sandalias marrones, también su cartera negra, su pelo estaba igual que cada mañana planchado hacia los costados, al principio parecía ser un día absolutamente normal, pero entonces me di cuenta que algo no era igual, había una ligera diferencia, comenzó a repetir la escena como un video en mi cabeza y ver que había cambiado con cada día y me di cuenta, pocos metros detrás de ella iba un muchacho, no tendría más de treinta años, sus ojos se encontraban rojos y parecía no pestañar, la mirada fija en ella parecía verla de lejos, ambas manos sobre sus bolsillos caminaba encorvado y en ningún momento parecía alejarse de su objetivo. Si vos lo mirabas rápidamente parecía un hombre normal yendo a trabajar con la vista hacia adelante, pero no era así, no miraba hacia adelante, la miraba a ella, miraba a mi chica de rojo.
Intente que el pánico no se apoderada de mí, me relaje, suspire hondo, tal vez eran solo idas mías, pero aquella posición, las manos, la vista todo parecía indicar que iba tras ella, entonces hizo algo que afirmo más mi idea, miro para ambos costados y para atrás, en cuanto su mirada se cruzó con la mía siguió caminando con la vista al frente, entonces lo confirme: estaba esperando para que estuvieran solos.
Deje que se adelantara unos metros y comenzó a caminar tras él y el tras ella, caminamos una cuadra en la que llegamos a una calle desierta, nadie parecía haber despertado aun, yo me escondí detrás de un árbol a la espera que algo ocurriera y efectivamente algo ocurrió, el hombre comenzó a caminar aceleradamente y se colocó rápidamente tras ella, yo escondido entre los arboles me adelante silenciosamente varios metros, el chico pareció sacar algo de su bolsillo, de mi escondite no pude ver que era pero posiblemente una navaja, si, era una navaja, pude verlo cuando vi como el delincuente la apoyo sobre su dulce cuello, la chica de rojo parecía estar perpleja ante la situación, yo me deslice una vez más y llegue a unos centímetros, fue cuando él me vio, desvió su navaja hacia mí pero yo salte sobre él y con mi mano derecha sujete su brazo hacia arriba y le apreté la muñeca con fuerza, el dejo caer la navaja al suelo y yo usando toda mi fuerza lo arroje al piso, el cayo con violencia golpeándose la espalda contra el suelo, yo sujete la muñeca de la chica de rojo y la atraje hacia mí, ella se dejó arrastrar y se colocó detrás, luego coloque mi pie derecho sobre la navaja, el delincuente quien se encontraba en el piso herido se vio derrotado, se levantó con dificultad y comenzó a correr en dirección contraria.
La chica de rojo me observo durante varios segundos.
- Yo, no sé cómo agradecerle, me acaba de salvar, quería mi bolso, le dije que solo tenía una vianda con comida y cincuenta pesos, quería más, muchas gracias.
Yo asentí con la cabeza, mi corazón latía aceleradamente.
- Tranquila, te he visto pasar a trabajar frente a mi casa, me pareció que aquel chico te observaba extraño, decidí que no estaba mal seguirle unas cuadras, menos mal que confié en mi instinto, en fin tengo que irme a trabajar, siento que hayas tenido que pasar por todo esto – hubiera querido decir algo mas pero temí poder delatarme, a veces es mejor callar.
Ella se acercó hacia mí y beso mi mejilla antes de salir trotando en dirección opuesta hacia lo que sería su trabajo, yo acaricie ligeramente mi mejilla y sonrisa en rostro también me dirigí al mío.
Ese día fue como una cura, una cura de mi obsesión, seguí con rutina del mate en la puerta y la veía a ella pasar, siempre me saludaba y seguía su camino, así fue durante meses hasta que un día dejo de pasar, tal vez había cambiado de trabajo, tal vez había decidido tomar otro camino o tal vez se había mudado, no importaba, ya no me importaba como antes, han pasado años y ya no pienso en ella, nunca volvió a ocurrirme algo así con otra chica, a veces pienso que tal vez fue el destino que me preparo, para así salvarle la vida, luego pienso que son estupideces y sigo con lo que estoy haciendo.

Texto agregado el 21-01-2017, y leído por 120 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-01-2017 No estuvo mal,ese día te convertiste en su héroe.UN ABRAZO. gafer
 
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