¿Qué habrá tras el espejo?
Enrique era dueño de una funeraria desde hacía muchos años, la había heredado de su padre pero al ser joven y con ideas propias, cada vez que podía se daba una vuelta por algún remate o casas de antigüedades para conseguir algo distinto para su empresa, que no fuera demasiado moderno ni tampoco muy antiguo.
Su empresa se distinguía por el buen gusto de su propietario y cuando vio aquel espejo tuvo una brillante idea (según él).
Era un espejo con bordes dorados y esfumado, jamás había visto algo así, de dos metros por uno cincuenta, la medida ideal para colocarlo en el techo, justo arriba del ataúd de turno.
La idea le pareció fantástica y el precio por alguna razón que no quiso preguntar era demasiado barato.
Lo reservó y a la tarde volvió con una camioneta, la usada para trasportar los ataúdes al cementerio y se lo llevó.
Tan pronto lo tuvo en la funeraria llamó a los empleados para que lo ayudaran a colocarlo, no era nada fácil pero él se daba maña para todo lo manual y en menos de lo esperado el espejo ocupó el lugar elegido por Enrique.
La familia, compuesta por su madre y su hermana, no estaba muy de acuerdo pero, era difícil llevarle la contra cuando estaba decidido a hacer algo y al final terminaron cediendo.
Esa misma tarde murió una persona amiga de la familia y por supuesto, el velatorio fue en su funeraria.
Todo marchaba bien, la familia del fallecido y sus amistades rodearon el ataúd hasta que este comenzó a chirrear, era muy despacio pero algunos lo notaron y cuando fueron a ver qué estaba sucediendo, nada parecía fuera de lugar y la ceremonia continuó.
El espejo reflejaba la cara del difunto y si alguien miraba hacia arriba, no sólo se veía su imagen sino que según cómo le diera la luz, se podía observar halos de distintos colores, según había sido el muerto (esto se supo después y con mucha observación por parte de Enrique que se aseguraba de antemano de saber algo sobre los difuntos, por ejemplo si habían sido buenas o malas personas)
A nadie parecía molestar el bendito espejo pero Enrique comenzó a sospechar que algo no andaba del todo bien con él ya que cada vez que lo miraba veía reflejada la imagen del último muerto, esto le pareció muy raro y se lo comentó a su madre y a su hermana.
Sabrina, la madre de Enrique le dijo que sacara el espejo, que a ella nunca le había agradado y además notaba que el ambiente ya no era el mismo en la funeraria, la gente deseaba irse lo antes posible y algunos se iban irritados unos con otros, eso nunca había pasado antes, la funeraria tenía música muy suave y relajante respetando el dolor de los familiares pero ahora eso no bastaba.
Varias habían sido los funerales que se celebraron en aquella sala pero Enrique se sentía cada vez más cansado, parecía que ya no tenía fuerza para nada y lo mismo les pasaba a todos los que entraban en aquella sala, la única que tenía espejo.
Hasta que cierto día, un apagón hizo que Enrique llamara a un electricista, el hombre al entrar en la única sala que no tenía luz, al mirar al techo se estremeció de tal manera que Enrique no pudo menos que notarlo.
Del espejo parecía salir humo o más bien, sombras que nadie supo explicar de dónde venían.
Luego de arreglado el desperfecto eléctrico, Enrique decidió que era hora de volver al lugar donde había comprado el espejo y tratar de saber detalles sobre el mismo que no conocía, tales como a quién había pertenecido antes y el motivo por el cual lo vendieron tan barato.
Esa misma tarde se dirigió a la casa de antigüedades donde comprara el espejo y al llegar el dueño de la misma se estremeció, sabía que habría problemas.
___Lamento molestarlo, le dijo Enrique pero tengo algunas preguntas que hacerle respecto al espejo que me vendió.
___En cuanto lo vi llegar me imaginé que así sería pero no sé de qué manera puedo ayudarlo…
___Para empezar quisiera saber a quién perteneció el espejo.
___Eso es fácil, su dueño era un hombre muy anciano que lo trajo de India, hace muchos años.
___¿Por qué lo vendió?
___Estaba muy viejito y desvariaba un poco, tenía la certeza de que el espejo lo llamaba…
___Eso es muy curioso… ¿Tiene idea dónde está ese señor ahora?
___Si, está internado en una clínica psiquiátrica, sus hijos lo tuvieron que llevar ahí para que no se hiciera daño.
___Muchas gracias, le voy a pedir otra cosa, la dirección y el nombre de ese señor.
___Con mucho gusto, no creo ni por un momento que esté loco, creo que hay alguna cosa que aún no logro entender…
Ese fue un largo día para Enrique pero dejó a cargo a su madre y a su hermana de la funeraria y se fue a la clínica donde se encontraba el antiguo dueño del espejo.
Al llegar, pidió para hablar con Federico Perrone y de inmediato lo llevaron ante el director de la clínica quien le preguntó el motivo por el cual deseaba ver al señor Perrone y al decirle que era el hijo de un amigo, (lo cual no era cierto), lo dejaron pasar.
El señor Perrone era un anciano muy despierto, no tenía nada de tonto y al ver a Enrique de inmediato supo que jamás lo había visto y que el hombre estaba mintiendo sólo para poder hablar con él.
___Adelante amigo, le dijo a Enrique, pase y siéntese, quizá hablemos de su padre…
___Muchas gracias señor Perrone, es que si no digo que soy un amigo, no me dejan hablar con usted.
___Lo entiendo perfectamente, este no es el escritorio de mi casa, jajaja pero vamos a estar bien aquí, nadie nos va a molestar y ahora dígame a que debo el honor de su visita.
___Usted no me conoce pero yo he adquirido algo que en otra época fue suyo…
___No me diga más, “El espejo de los muertos”
___¿Cómo lo supo?
___Los años amigo, los años…
___Si, es cierto, lo he adquirido hace algún tiempo y no sé por qué creo que no es un espejo común, tiene algo raro, maligno…
___Usted es una persona muy sensible, quizá como era yo por eso percibe lo malo y enigmático de ese espejo.
___Tengo una funeraria y lo compré pensando que quizá al ponerlo en el techo de una de las salas mortuorias, la gente podría ver al difunto desde otro ángulo si miraba al techo.
___Muy interesante esa teoría y dígame ¿Cómo resultó es decir qué pasó?
___Al principio no me daba cuenta pero con el correr de los días me fui percatando que si miraba hacia arriba, a pesar de que nadie estaba en la sala, el espejo tenía la imagen de la última persona muerta, no sé si me entiende.
___Claro que sí muchacho, lo entiendo perfectamente y creo que debe sacarlo lo antes posible de esa sala, romperlo muy lejos, quizá en la cima de una montaña y tirar los trocitos desde allí, sólo así perderá el poder misterioso que tiene y dejará libre a las almas que tiene aprisionadas en su interior.
___¿Qué quiere decir? Acaso usted sabe qué es eso, un ser maligno quizá?
___Ya lo creo, es el mismísimo Lucifer, atrapa las almas muertas y las retiene para sí y mientras eso ocurra, Él se alimenta de esas almas.
___¿Cómo es que usted sabe todo eso y por qué no lo destruyó antes de venderlo?
___Es que no fui yo el que lo vendió, uno de mis hijos lo hizo, cuando yo no me encontraba en casa lo sacó sin decirme nada y lo vendió, cuando lo descubrí, ya lo había vendido y el vendedor no supo decirme quién era el comprador, lo busqué pero al estar tan obsesionado con hallarlo, mis hijos pensaron que estaba volviéndome loco y me internaron acá. Pero aunque usted no lo crea, me alegro, mi casa ya estaba pareciéndome un infierno y este lugar aunque no lo parezca es muy tranquilo, para pasar el resto de mis días.
Enrique salió de la clínica muy desconcertado, por un lado creía lo que le decía el anciano pero por otro era muy inteligente (según él) para creer en esas cosas y pensando en todo eso se fue a la funeraria y al llegar…
___¿Dónde estabas Enrique? Le dijo su hermana, te hemos buscado todo el día, no contestas el celular y te necesitamos aquí, tenemos tres velatorios y nosotras solas no podemos con todo.
La sala del espejo estaba destinada a un hombre que había muerto en un asalto el día anterior y sus familiares querían esa sala.
A la tardecita estaba todo dispuesto, las salas estaban colmadas de gente, pero al entrar el féretro a la sala, ocurrió algo monstruoso, el cajón, se cayó y el difunto quedo boca abajo pero cuando lo volvieron a colocar en el ataúd, de pronto sus ojos se abrieron y al ver el espejo, lágrimas brotaron de ellos y volviéndolos a cerrar su rostro envejeció varios años.
Nadie podía creer lo que pasaba y cuando Enrique preguntó quién era el difunto, su madre le dijo que era uno de los ladrones del banco que había sido abatido por los policías el día anterior pero que se enteró que era buscado por matar a su novia y por otros delitos, así que no era una buena persona al fin y al cabo.
De pronto, cuando todo parecía volver a la normalidad, una nube negra cubrió el espejo y el rostro del difunto volvió a ser joven tal cual era antes de morir, la gente de a poco comenzó a retirarse y Enrique se dijo que sacaría el espejo, fuera lo que fuera y lo rompería en millones de pedacitos, pero como el hombre propone y Dios dispone, a la mañana siguiente Enrique amanece muerto en su cama…
El espejo no fue destruido pero la madre del muchacho lo hizo sacar y lo regaló a una casa de antigüedades que al verlo pensaron que podrían obtener mucho dinero con su venta….
Omenia
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