Vestí de negro durante tres mil seiscientos cincuenta días. Desde los quince hasta los veinticinco años de edad. Literalmente todas mis prendas de vestir eran de color negro; absolutamente todo, ropa interior, calcetines, pantalones, camisas, chalecos, chaquetas, zapatos, bufandas, guantes, gorros, calzado deportivo, sandalias, etc.
La sicología nos enseña que el uso de este color esta ligado a un fuerte blindaje frente a la exposición de nuestros sentimientos más intensos; así también conlleva el sentimiento ineludible de una profunda soledad, tristeza, y vacio.
Pero no todo es negativo, debido a que también da seguridad y confianza al portador del color. Aun cuando desde cierta perspectiva sea solo un auto engaño.
A pesar que con el tiempo transcurrido he ido vistiendo con una gama mucho más amplia en colores, cada cierto tiempo retorno al negro absoluto.
_¡Mierda! Si hubiese sabido que se iba a despejar ni cagando salgo vestido de negro. ¡Maldito sol de mierda!
Viernes, medio día, voy camino a la oficina de mi contadora para el pago mensual de impuestos.
Visto sandalias, pantaloncillos largos y una polera estampada con la portada del disco "The Blizzard Of Ozz" del cantante Ozzy Osbourne. Cierra el inventario de lo que llevo puesto gafas oscuras y un gorro de ala corta y circular. Lógicamente todas las prendas color negro.
_¡Que hace calor! por la derecha en calle Bolognesi puedo tener "una gota de sombra" iré por ese lado_ Estaciono el automóvil a un costado de la multi tienda Johnsons; y a pesar de siempre estar evitando las multitudes, bajo por la más concurrida de las calles para aprovechar un poco de sombra.
Bajando en dirección a la costa por el centro de la ciudad de Arica. Peleando conmigo por la mala decisión al escoger las prendas de vestir en este viaje.
_ Al menos no soy el único_ Pienso al verte caminar en dirección contraria. Vistes sandalias, un ajustado pantalon negro que llega un poco más abajo de tus rodillas, y una polera del mismo color. A pesar del reinante calor mantienes tu cabello largo y suelto, unas grandes gafas oscuras mantienen tus ojos ocultos.
Coquetamente adornas tu caminar con media docena de vistosos aros de plata que acicalan los dedos de tus manos, Y luces una vistosa pulsera que gira varias veces sobre tu muñeca izquierda, accesorio que a medida que da vueltas se va separando de si misma en espiral.
Sé que nos miramos interrogantes al cruzar nuestras ruta; aun cuando ambos llevaramos gafas oscuras, te veo pasar y estoy seguro que también me observas.
Es difícil explicar este acontecimiento, pues los dos no sabíamos que en un par de años más nos volveríamos a encontrar. Esta vez reconociéndonos en totalidad; pero como suelo decir, las cosas suceden no antes ni después, si no cuando les corresponde suceder. No se debe forzar al destino.
Desapareces en el océano de personas que a esa hora se retiran de sus lugares de trabajo para almorzar en sus hogares.
_ ¡Mierda que hace calor, no debí salir vestido de negro!_ Sigo caminando recriminando mi mala decisión.
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