Nunca has logrado verme,
ni puedes escuchar mi voz
en el cuenco de una caracola.
No me encontrarás en ninguno
de todos los infinitos placeres
que la vida te ha reglado.
Soy algo que no puede decirse,
un muro ya derrumbado
aún antes de ser construido,
una mañana nublada,
o esa insistente lluvia menuda
que escampa ni bien amaneces.
No me odies ni me ames. Soy nada.
Texto agregado el 20-01-2017, y leído por 121
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