Teresa tiene una mirada azul glacial. Quizá fue su mirada azul glacial la que la hizo delatora.
"No se puede tirar la comida al cubo de la basura; pero me da igual: no pienso comerme esta bazofia".
Y Teresa asiste desde la atalaya de su mirada azul glacial al ritual de María que,un día más, contraviniendo las indicaciones de la monja, arroja la comida vomitiva en una bolsa de plástico que mete en el bolsillo del mandilón.
"Esa cretina de Teresa espía mis movimientos. Me taladran sus ojos azules que me dicen que se va a chivar; pero me da igual".
Acaba la comida y , mientras todas las internas salen del comedor, María aprovecha un descuido de la monja para dirigirse a la cocina para arrojar la bolsa de la comida a la basura. Solo los ojos azules de Teresa, fiel cumplidora del encargo de la monja, siguen las evoluciones de María.
Por la noche, María se desvela. Los ojos azules glaciales de Teresa la miran fijamente , anunciándole que la van a expulsar del colegio por desobedecer las órdenes de la monja: hay que comer todo el plato.
María se desvela por las noches por miedo a la delación desde que sentaron a Teresa en su mesa para que la vigilara.
Pero aunque Sor Dionisia sabía por Teresa de sus movimientos, no expulsaron a María del colegio. No la echaron por ser una alumna aplicada , aunque la misma monja le dijo al finalizar el curso que sabía de todas sus maniobras de desacato.
Lo que ignoraba la religiosa es que María ya había pagado su desobediencia con meses de desvelo y miedo.
De aquellos días de la infancia a María le quedó una tendencia a la rebeldía sorda ante lo que no le gustaba.
Y a Teresa, la de los ojos azules glaciales , una predisposición a la delación.