“The afternoon has gently passed me by
The evening spreads its sail against the sky
Waiting for tomorrow, just another day
God bid yesterday good-bye”.
Nunca recuerdo mis sueños, pero la noche del jueves hice una excepción.
Mientras dormía, algunos recuerdos de mucho tiempo atrás hallaron el modo de abrirse paso. En específico me llegaron imágenes difusas de una película que hizo Tommy Lee Jones hace más de treinta años, más curioso porque sólo la vi una vez, creo que en la función para desvelados que en ese entonces transmitía el canal 11, y aunque nunca se me hizo una película trascendental, al parecer, sin darme cuenta dejó una huella en mi subconsciente más profunda de lo que hubiera pensado.
Hacía poco más de un mes que cumplió 36 años. Solo le quedaba esperar paciente y sereno la hora final.
Desperté entonces con una idea recurrente, al cabo de un tiempo y con poco esfuerzo logré recordar su nombre: ‘La canción del verdugo’, aún adormilado y por mera curiosidad hice una nota mental para revisar su ficha técnica en internet cuando tuviera alguna oportunidad.
Como muchas notas mentales, la aparente prioridad va cediendo a otros asuntos para que, a lo largo del día, esas naderías acaben disolviéndose en el cajón de ‘asuntos sin importancia’.
Los periódicos reprodujeron sus palabras, dijo que prefería morir de una vez, que pudrirse en la cárcel. Lo calificaron como un monstruo; pero el monstruo antes de sumergirse para siempre en la oscuridad, decidió regalar algo de luz.
Esta no. Por alguna razón regresaban las reminiscencias de la película, que vislumbraba como filminas viejas y maltratadas, una suerte de recuerdos deslavados, así que para poder pasar a lo siguiente, empecé mi búsqueda en el oráculo de Google.
‘The Executioner's Song’ es una novela publicada por Norman Mailer en 1977, para 1982 Lawrence Schiller dirigió una película que se hizo para televisión, con guión del propio Norman Mailer, en ella, un joven Tommy Lee Jones comparte cámara con una guapa Rosanna Arquette.
La trama gira en torno a la vida de un tal Gary Gilmore. Inicia con su salida de la correccional donde pasó 18 de sus 35 años de vida, circunstancias que hicieron de él un inadaptado social, sus fallidos intentos de readaptación, la relación amor-destructiva con su novia Nicole, sus vanos intentos por controlar sus reiterados ataques de ira, que lo llevaron a cometer dos asesinatos a sangre fría que finalmente le valieron que lo condenaran a pena capital, mediante fusilamiento.
De facto la película no es muy buena, pero el caso fue relevante por varios motivos, les cuento:
La ejecución de Gilmore se llevó a cabo en 1975. Fue la primera después de que en Estados Unidos se reimplantara la pena de muerte como medio punitivo.
El sentenciado no apeló a la sentencia, muy al contrario, su lucha legal consistió en que se ejecutara conforme lo dictó el juez, y cuando la fecha programada se postergó ‘gracias’ a la intervención de grupos activistas en contra de la pena de muerte, Gilmore presentó ataques de rabia con intentos de suicidio, al igual que Nicole, atendiendo un pacto suicida que tenían.
Antes de ser ejecutado, donó sus ojos.
Las repercusiones culturales del caso fueron variadas, además de la novela y la película, en 1979 The Police lanzó su segundo long play, Reggatta de Blanc, cuyo cuarto track es "Bring on the Night”, dedicada también a Gilmore.
Too much.
Fruncí la boca al tiempo que dejé de leer y cerré de una vez las páginas de una búsqueda que ‘sin querer queriendo’ me llevó más tiempo del que hubiera deseado.
Me concentré entonces a desahogar las actividades cotidianas, apurado para recuperar el tiempo perdido.
La rutina es como un río que sigue un cause definido por el tiempo y las costumbres, aunque de repente hay accidentes que lo modifican, encuentra la forma de reincorporarse a su camino.
Casi al terminar la jornada, pasé a prepararme el último café que me sirviera para abrirme la cabeza de cómo abordar, al día siguiente un nuevo proyecto que me habían solicitado.
De camino a mi lugar hice escala breve con un amigo, despedirme y comentar alguna nimiedad cotidiana. Sí, me dijo, pero antes pongamos algo de música.
Alejandro además de muchas cosas, es melómano y rockero de los buenos, en su biblioteca de itunes seleccionó una de las varias listas de reproducción que ha confeccionado, una con el infalible nombre de ‘chimenguenchonas’, según ví, solo esa lista tenía en su haber 627 canciones y estaba en modo aleatorio.
Al entrar la primera canción, subió el volumen, los primeros acordes hicieron que también me recorriera el cuerpo un poco de frío.
Era Bring on the Night.
Recuérdenme no volver a recordar mis sueños.
“Bring on the night
I couldn't spend another hour of daylight
Bring on the night
I couldn't stand another hour of daylight”.
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