El señor Pelo Panocha no podía dar crédito a lo que oía. A través del teléfono, Bernard Dijon se esforzaba en explicarle el grave problema ocurrido en la ceremonia de entrega de trofeos. El bueno de Bernie, superado por la situación, le rogaba que le diera las instrucciones necesarias. Y, mientras escuchaba las tribulaciones de su empleado, el señor Pelo Panocha pensaba que no había acertado con su nombramiento y que quizá debería haberle dado una buena patada en el culo hacía ya tiempo.
- Mira Bernie, si te he nombrado mi Director de Proyectos Especiales, es precisamente para que resuelvas situaciones como estas. Yo tengo muchas otras cosas en las que ocuparme. Tú comprenderás, desde luego, que la gestión de mis hoteles de lujo me lleva bastante tiempo como para tener que preocuparme de si a fulanito o a menganito se le tiene que dar una motocicleta o un monopatín.
- Ya, señor Pelo Panocha, tiene usted toda la razón, como siempre, señor Pelo Panocha, pero como dijo usted que lo último que quería era que un ciclista mexicano ganara el Panocha Tour…
- Así es. Pero hay muchas cosas que no quiero y me tengo que aguantar con ellas. No vamos a saltarnos las normas, digo yo. Si ha ganado el fijolero, pues los 50.000 dólares para el frijolero y listo.
- Eso está claro, señor pelo Panocha. El problema, como le decía, es la moto, la BMW, el premio al norteamericano mejor clasificado. Yo creo que está claro que ése ha sido Sam Speaks, que ha quedado en un meritorio sexto puesto.
- ¿Y entonces?
- Pues que el señor Alcalá, el mexicano, también quiere ese premio.
- ¿Que también lo quiere? ¡Pues que se joda!
- Ya, señor Pelo Panocha, eso le dije yo, pero acabamos de consultar la cuestión con los expertos y resulta que el tío tiene razón. No sólo México pertenece a Norteamérica sino que también pertenecen a Norteamérica todos esos minúsculos países que están entre el estrecho de Panamá y México.
- ¿Esos países que ni son países ni son nada? ¿Guatemala, El Salvador y todo nuestro patío trasero?
- Así es, señor Pelo Panocha.
- Hay que joderse. Pues nada, le damos también la moto al mexicano y que se vaya con viento fresco. Eso sí, si un día llego a ser presidente, construiré un muro que ríete tú de la muralla china. Por aquí no íbamos a ver un mexicano ni en pintura. Malditos frijoleros.
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