A mediados del año 2016
Desperté pensando en ti, y en todas las cosas inconclusas. En lo que nunca me atreví a decir. Convenciéndome que quizás todo esto estaba escrito; destinado a que bebiésemos de este agrio y triste final.
Me gustaría no cargar con aquellas interrogantes que carcomen mi espíritu. Obtener cada respuestas a los "y sí hubiese sido distinto?"
Desperté pensando en aquel amor que duraría por siempre, mas lentamente se fue despedazando después del viaje a Iquique.
Los años pasan lentamente y en forma inevitable todo lo que llegamos a sentir, se diluirá en el olvido. Mientras inevitable cada temporada me importa menos.
¿Tendré miedo de volver a retomar mi vida? ¿de cometer los mismos errores o quizás alegrarme demasiado por todos los aciertos? ¿Miedo al dolor?
Ha pasado cerca de tres años desde el quiebre definitivo, y en todo este tiempo Gaston es solo un lejano recuerdo.
Para ser sincera lo he visto un par de veces en la calle, y más de alguna vez hemos intercambiado palabras sueltas.
La semana pasada lo encontré cuando salí de la oficina para realizar algunos trámites, y nos tropezamos cerca del edificio del juzgado de letras. No iba solo, estaba acompañado por un colega. Al verme me tomó el rostro con ambas manos besándome la mejilla muy cerca de mis labios. Desconozco lo que pretendía, solo me dejé llevar, tal véz secretamente deseaba que lo hiciera. Su figura aun me produce incertidumbres.
Fue inevitable revivir las preguntas sin respuesta, esas molestas interrogantes que nos llevó a vivir juntos por cerca de un año. Estoy tan confundida y triste.
_ ¿A que piso señorita?_ Pregunta uno de mis casuales acompañantes dentro del elevador.
_Al trece por favor_ Digo como una autómata; bogando perdida en un oscuro océano de inquietudes.
"Siento el calor de toda tu piel
En mi cuerpo otra vez
Estrella fugaz, enciende mi sed
Misteriosa mujer
Con tu amor sensual, cuánto me das
Haz que mi sueño sea una verdad
Dame tu alma hoy, haz el ritual
Llévame al mundo donde pueda soñar..."
¡Mierda no puede ser! Nuevamente esa canción que pareciera no abandonarme, y que ahora forma parte importante de mi vida. La tonada que dio el píe inicial a la destrucción de una convivencia que deseaba eterna, aún cuando los dos terminamos perdiendo el rumbo entre la niebla de una profundas tristezas.
A esta altura de todo lo acontecido, solo resta dibujar una sonrisa en mis labios.
Observo detenidamente a mi alrededor para saber desde que parte del elevador deriva la canción; dándome cuenta que somos solo tres personas y por lo que puedo apreciar, dicho cántico se desprende de un teléfono móvil.
_ Mujer amante. De la banda Rata Blanca_ Digo abiertamente algo pensativa.
_ ¿Aló?_ Responde su teléfono un hombre de mediana edad que viste jeans y una camisa a cuadros. No sé quien es, creo que nunca lo había visto.
El habla de sus asuntos y no deja de mirarme sonriendo. Tiene unos hermosos y profundos ojos color verde.
Al llegar al séptimo piso baja del asensor sin dejar de conversar por el aparato. Y al salir del cubo gira sobre sus pasos regalándome una intensa mirada engalanada con una alba sonrisa. Algo dice pero las puertas se cierran y no lo alcanzo a escucharlo. Sonrío también.
Llego algo atrasada al piso trece, ingreso a la clínica médica, mi lugar de mi trabajo. Será una larga jornada.
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