Cerré mis ojos Y un oscuro demonio Se arrastraba en mi acribillada mente Desprendiéndose de una larga cruz Y riéndose diabólicamente Aquel Belcebú Se burlaba del Dios crucificado Sus blancos y afilados dientes Se entreabrían amenazantemente Su cabeza negra me atemorizaba Quise atraparlo pero se escondía Finalmente en un esfuerzo Lo arranqué de cuajo Aprehendido entre mis manos No se resistió a su final Lo coloqué en un papel alusa Y lo tiré al fuego para que se quemara Ya negro como su maldad Despedacé cada parte de él Lo trituré, lo molí y pulvericé Sin descanso me fui hacia la pampa Escarbé entre los arenales Para esparcir aquel demonio en polvo Caminé kilómetros Para diseminar Cada resto de su cuerpo Rogué para que se perdiera Entre tanta vastedad Alguna lluvia inesperada De un día de verano Mezclará aquel polvo infernal Ojalá los vientos de Septiembre Separen aún más sus granos tormentosos Por ahora me liberé de Lucifer Y abro los ojos mirando sereno El sol apagándose en el Mar…
Texto agregado el 14-01-2017, y leído por 123 visitantes. (2 votos)