- ¿Pasa algo por perder una goma de borrar rosa de Barbie?- le preguntó a su madre a la vuelta del colegio.
- No. Son baratas las gomas. ¿ Por qué lo preguntas?- inquirió la madre a su hijita de cinco años.
-Irene perdió su goma y lloró mucho.
- Le gustaría mucho.
La pequeña se quedó pensativa.
Pasados unos días, la madre, haciendo limpieza en los cajones de la mesa baja del salón, encontró una sospechosa goma rosa de Barbie.
- Juanitaaaaa- gritó. Ven aquí.
¿ Qué significa esto? - le preguntó mostrándole ol objeto causa de la mentirijilla.
- Un regalo de la señora Graciela- contestó sin pestañear.
Eso hizo tambalear las dotes detectivescas de la madre, pues era cierto que Graciela, la asistenta, agasajaba a menudo a la pequeña. Pero la duda se desvaneció pronto pues eran muchas las coincidencias entre la goma de Irene y la encontrada en el cajón.
- Si la has robado en el colegio a Irene, tienes un problema, Juanita. Imagina la decepción de tu amiga si se entera.
- ¡ Que no , mami! - perseveraba la pequeña.
- Es muy feo robar. A quien roba lo meten preso y le meten una escudilla con sopa en la celda.
-Ya- empezó a gimotear Juanita.
- Confiesa que fuiste tú y yo te ayudaré si no lo vuelves a repetir.
- Me gustaba tanto...
- Yo podría haberte comprado una. Atiende. Mañana devuelves al estuche de Irene la goma sin que te vea, pues de lo contrario perderá la confianza en ti si te descubre.¿Has entendido?
- Sí, mami. Gracias- y se arrojó al cuello de su mamá, ciertamente aliviada de remordimientos.