Nos retiramos de la insulsa
descompostura de nuestra sociedad moderna
hacia lejanos campos en el tiempo ya olvidados,
recorrimos silenciosas rutas libres
de tormentas y de fantasmas,
solas, condenadas a su tristeza,
y marchamos sobre la escarcha,
junto a la helada y la neblina
y el ocaso de los indiferentes días
Encare el camino hacia tierras lejanas,
despojando el corazón de tesoros y basura,
dejando atrás cada sombra, cada palabra,
y bueno momentos ya expirados
cubiertos de telaraña,
tiramos la vida por la ventanilla y partimos,
con los bolsillos casi llenos, casi vacíos,
y anhelos de sueños pordioseros
con esperanzas casi mudas
por los nudos de garganta
Arrojados hacia la oscura boca
de una enorme y nueva sombra,
un nuevo futuro fluorescente en esta vida,
junto a ello, un nuevo miedo,
y lagunas formadas por los lamentos
de cada renuncia y cada fracaso,
ahora cargados en los brazos,
mas vivos que nunca, pero más calmos
Y al sonar las campanas cual fiel alarma partimos,
como un trueno agonizante
en nuestro cielo haciéndose notar,
la hora de la pureza espiritual,
ahora ya posada en las narices,
y sin llenarnos la boca ni vanagloriarnos por ellos
“adiós” y “hasta nunca” dijimos
y nos fundimos en el sol naciente
de un nuevo año, un nuevo tiempo… otra vida. |