¡Abro mi hocico frente a tus ojos!,
Aquellos que me acusan con ternura sublimada,
¿Quieres ver como estoy por dentro?,
Pues ven y observa el circo de horror en mi pecho.
Déjame convulsionar el horror,
Déjame convulsionar la infinita pasión de las horas,
Déjame mostrar aquello que guardo,
Deja mostrarte lo fuerte que soy.
Deja mostrar el amor que llevo hoy,
Deja mostrarte las dos verdades pues yo no miento,
La doble verdad que te muestro aquí yo siento:
El rostro que esconde, la tristeza que me carcome.
¡Abro mi hocico frente a tus ojos y de
Él brota sangre y cucarachas revoloteadas!,
Mi espíritu aclama amor, aclama tu visión,
Mi espíritu aclama aquello que le brinda su propia pasión.
¿Quieres saber que brota de mí?
Pierdo todo aquello por lo que en batalla morí.
Nada de eso quiero, nada de eso importa
Más que la resurrección de ti en mi memoria.
¡Abro mi hocico frente a tus ojos y aun
Así toda mi sangre no mancha tu rostro!,
Pues no quiero mancharte de mí ira,
No quiero mancharte de mí pena mal vivida.
No quiero mancharte de mi propia lucha interna
Pues por ti arranco todo aquello que me queda
Y lo convierto en palabrería, canciones y poemas,
Lo convierto en joyas, rozas y cadenas
En tu cuello, aquel que por las noches yo beso,
Y duermo extasiado en olores y recuerdos.
Que mi dolor sea este: yo batallo con fobias e insectos
Y Tú te quedarás con las flores que te llevo…
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