La Fuga
En el patio del penal tres reclusos comenzaron a urdir un plan de fuga.
-Según tengo entendido, solo tenemos dos opciones
-¿Cuáles?
-Una sería limar los barrotes y la otra construir un túnel
Parecía que habían visto muchas películas o su imaginación les estaba jugando una mala pasada.
-Por muy romántica que parece esa salida, es de lo más común.-Debe haber otra forma.
-Cuando se te ocurra algo interesante, nos volvemos a juntar.
Tres ocasionales individuos unidos purgando por las tropelías cometidas, la de asolar a una población indefensa e ingenua.
Carlos Alberto Menéndez, 32 años, identificado como 2534 fue condenado a 5 años de prisión por abuso deshonesto.
Luis Estéban Galindez , 2645, robos reiterados en la vía pública , 3 años de condena, el más joven del trío, de 24 años.
Ernesto Corvalán, lucía con orgullo el número 2444 y cumplía una pena de 4 años por fraude al fisco. Contaba con 43 años
Sus destinos se juntaron en el penal de Magdalena, una localidad a 100 km de la capital, una prisión de máxima seguridad, como le gustaba que la llamaran.
En su historial no se había registrado ninguna fuga ni conatos de rebelión.
El grupo trabajaba confeccionando muebles, principalmente, mesas y sillas que eran destinados a las escuelas.
El más inquieto de todos era Ernesto, obsesionado por huir del penal, fue el que convenció a los restantes miembros, que el escape era posible.
Uno a uno le fueron rebatiendo todos los planes que aquel conspicuo evasor les acercaba a sus camaradas.
Le llevó cerca de dos meses buscar antecedentes para su operación, en principio no parecía tener fisuras. Todo se iba a basar en el engaño algo que había aprendido de su pasado eludiendo al fisco.
Lo más novedoso era que sus compañeros de fuga también serían engatusados, es más, su plan incluía a todos los presidiarios de la unidad.
Mientras los titulares de los diarios daban cuenta de una fuga masiva de presos del penal, en un coqueto café de los alrededores de la ciudad disfrutaban de la libertad aquellos compañeros que el destino hizo reunir.
Los investigadores concluyeron que un detenido del penal, utilizando técnicas avanzadas de hipnosis, había fascinado a toda una guardia que, solícitamente les abrieron las puertas para que los reclusos huyeran.
Inmediatamente aparecieron los expertos en esas técnicas explicando la forma artera con que había urdido su plan. Un trabajo profesional, sentenciaban
De los registros de ingresos a la biblioteca del establecimiento aparecía el nombre de Ernesto Corvalán como asiduo concurrente lector compulsivo de temas sicológicos en los meses previos a la fuga.
Ya relajados, su compañero Carlos le consulta al devenido ilusionista.
-¿Cómo hiciste para aprender tanto en tan poco tiempo?. Eres un genio.
-¿Cuánto demoraste en sugestionar a los guardiacárceles?
Mientras le daba unos sorbos al café apenas cortado con leche, se despachó con sus compañeros:
-En realidad nunca entendí nada de hipnosis, trate de aprender y me fue imposible. Nunca se me dieron esos menesteres. Es más, ni intenté hacerlo.
-¿Entonces?, ¿Cómo lo lograste?
Muy claro, fue convencer a los custodios de la infalibilidad del plan y recompensarlos con diez mil dólares a cada uno por la actuación.
Las carcajadas no tardaron en llegar, cuando apenas la tarde comenzaba a caer.
OTREBLA
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