Te escribo para decirte estas simples, sentidas y profundas palabras:
Te extraño Zepol
Me falta tu manojo de estrellas, tu estaca de orquídeas en mis letras, la fraternidad incondicional de tus palabras, que a nadie se le compara.
Mi dolor hinca en tu sonrisa morena, ésta que parte en dos las letanías de estas tierras apocalípticas. Vos comprendes los jeroglíficos de mi alma, y la razón de ser de tanto sufrimiento, ¡merecido escarmiento!, vos has sabido lidiar con el infortunio de un interior desértico.
Si pudieras mirarme en esta gris mañana, sabrías desnudarme y desbordarme las pupilas con la fuerza ancestral que te llena la mirada.
Vos sos una brisa de calma en mi tormento, sos arte y cómplice de mi corazón descompuesto, sos equilibrio en la pronunciación de mi arrebatado, éste que de tanto vomitar pasado se ha retirado a las penumbras de una soledad de holocausto.
Ya debo irme, hierbe el agua para el tè, suena en la grabadora "Angie" de los Stones, y en mi escueto escritorio descansa Breton con su Manifiesto Surrealista; pero no deseaba ver languidecer este domingo sin recordarte lo importante que sos para quién te escribe esta carta, humilde líneas pero con un genuino sentimiento de afecto para tu peregrino espíritu de crepúsculos y albas doradas.
Te quiero, y cuando el mundo me acribille de penas te entregarè la intensidad que alborota mi alma, te alumbrarè con la luz que conmemora mi espíritu cuando mis demonios se han ido a reposar en las sombras.
Te quiero y podría jurar, que hasta me he creído tus mentiras piadosas.
Soledad
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