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_Toma, llévate mi jeep. No te preocupes_ Dice pasándome las pequeñas llaves del encendido.
_ ¿De verdad no te da problema que lo use por algunas horas?.
_Mi amor, mis cosas son tus cosas. Además sé que tu automóvil está en el mecánico.
_ Lo traeré temprano, solo debo ir a dejar un par de cosas el día de hoy
_ Úsalo cuanto quieras. Solo te pido que vayas a dejar a Pablo a la universidad.
_Te amo_ Dice abrazándome. Se despide con un beso y sonríe corriendo junto con algunos de sus alumnos que la esperaban bajo el lindel de las puertas de la pequeña escuelita. El redoble de las campanadas indica el inicio de actividades dentro del recinto educacional.
Muchas veces me cuenta trabajo comprender su vocación desinteresada al entregar todo el cariño y conocimientos adquiridos en años de arduo trabajo a los niños socialmente más desprotegidos y vulnerables de la ciudad. Ha rechazado estimulantes empleos excelentemente remunerados en instituciones de renombre por no abandonar a "sus niños" como ella amorosamente los denomina.
Tiene el alma colmada de regocijo al darles una oportunidad en esta vida a los hijos de aquellas personas con muy limitados recursos económicos. La mayoría de las familias que ayuda paradójicamente viven frente a la blanca escuelita, en un zocabón formado por el seco lecho del río San José.
En aquellas áridas riberas han tomado ilegalmente un trozo de terreno fabricando chozas con retazos de madera y cartón. Una población de más de dos docenas de familias viven la extrema pobreza entrelazada con la basura, los roedores, la prostitución infantil, el alcohol y la droga.
Me gusta su jeep pues tiene doble tracción y es todo terreno. Un excelente vehículo para salir de paseo por doquier. Además que está excelentemente cuidado. Suelo manejarlo cuando salimos de viaje así que no me es desconocida su comodidad.
¡Mierda! había olvidado que Pablo me esperaba en la butaca del copiloto.
_Ponte el cinturón de seguridad. Bajaremos por el lecho del río_Le digo sonriendo_ Así nos ahorramos toda la vuelta por el terminal agropecuario y salimos por la feria artesanal muy cerca de la universidad.
El motor del todo terreno ruge como león cuando tomamos la estrecha ruta que baja hacia el lecho del río que en esta época del año se encuentra seco. Pasamos a solo unos pocos metros de la pequeña y pobre ciudadela. La fetidez es insoportable por los interminables basureros clandestinos.
El agrio paisaje está adornado por una bandada de perros vagos que descansa cerca de un par de niñas prostitutas, ellas esperan por sus alcohólicos clientes, proteguiendose del sol bajo la refrescante sombra que proyecta la cruz de la iglesia colindante a la escuela.
Es un lugar muy peligroso por donde andar, pero quienes viven allí saben a quién pertenece el jeep y profesan cierta clase de "respeto" por sus ocupantes. En la población valoran todo el cariño y ayuda que ha hecho ella por los niños y sus familias.
_¡Cuidado Jorge!_ Pablo me avisa de un distraído transeúnte.
_¡Conchasumadre!_ Freno rápidamente. Casi atropello a una persona que despreocupadamente caminaba con un sucio saco de aspilleras en su espalda. No calza zapatos ni viste camisa, solo lleva puesto un mugriento pantalón de mezclilla. La cenicienta píel se pega a sus calavérico cuerpo y al tratar de sonreír noto que le faltan casi todas sus piezas dentales. Antes de retomar su lento caminar se peina con la mano el grasiento y enmarañado cabello que cae hacia su frente. Se aleja balanceándose con la calurosa brisa del verano. Lo acompaña un par de quiltros carcomidos por la tiña.
_ ¡Cuidado cumpazo!_ Lo regaño cariñosamente al verlo deambular sin rumbo. Lo vemos alejarse sonríendo en pos de sus asuntos, perdiéndose entre los cerros de basura; su sombra famélica rompe el viento que azota la extrema pobreza.
_ ¡Casi atropello a uno de los muertos de tu mamá!_ Le digo a Pablo mientras busco con que encender un cigarrillo para tratar de calmar mis nervios.
_Jorge, tu vives con mi mamá hace diez años. También son tus muertos_ Responde Pablo pasandome su encendedor.
Nos miramos y comenzamos a reír frente al acertado comentario. Es imposible no compartir y sentir parte del sufrimiento de estas personas olvidadas a su suerte. Es utópico estar ciego ante el alcance del martirio y abandono de sus pálidos corazones y no poseer la misma desesperanza que vierten sus almas. Especialmente cuando mi pareja esta comprometida de una manera que no llegas a comprender. De a poco voy entendiendo el pensar del luminoso espíritu de la persona que amo y esta a mi lado hace ya una década.
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Texto agregado el 07-01-2017, y leído por 271
visitantes. (5 votos)
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Lectores Opinan |
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08-01-2017 |
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Excelente narración. Y un tipo con suerte. Felicitaciones a ambos ********** grilo |
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07-01-2017 |
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La vida nos permite muchos encuentros y después superar todas las barreras, pero juntos, abrazos y estrellas nelsonmore |
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07-01-2017 |
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Para eso son las parejas, para crecer juntos. Un beso. MujerDiosa |
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07-01-2017 |
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Claro... Encontrar gente así, que da desinteresadamente, es un privilegio y un honor. Cinco aullidos muertos yar |
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07-01-2017 |
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El amor es un plus que nos da la vida, pero si, además compartimos los mismos valores con la persona que amamos, se convierte en un don otorgado por los dioses. Un abrazo. Marthalicia |
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