Sin desearlo descubrí que me mentías, paso el tiempo velozmente entre llantos y reproches, ese día después de un día de ensueño al momento de irme me acerque a ti, suavemente y con una sonrisa te dije que descubrí tus mentiras, que sabía que era lo que hacías, que las escusas que antes me parecían lógicas hoy sonaban muy tontas.
Recuerdo que me miraste con el rostro desencajado y con un ademan de incertidumbre pero no de sorpresa como si esperaras que descubriera todo. Reprochaste por que no dije nada, si supieras cuanto me costó tomar valor para encararte e intentar reprocharte en ese momento.
Quizá nunca te conté que tarde días en pensar como decirte lo que sentía si llorar y reclamarte tu modo de actuar, desaparecer del mapa simplemente y sin dejar rastro o quizá cobrar venganza. Tras pensarlo mucho llegue a la conclusión de que debía hablar suavemente y que quizá sonriendo suavizaría toda aquella tensión que surgiría entre nosotros.
Te hable desde el fondo de mi corazón esperando respuestas a aquellas enormes mentiras y solo entendí que la del error fui yo por creerte, evite mirarte a los ojos para no sentirme débil y terminar llorando, no podía sucumbir y mostrar ese sentimentalismo, quería parecer fuerte e inquebrantable, más al contrario a cada momento que pasaba me sentía más frágil y expuesta con todos los sentimientos en la piel, además de las lágrimas en puerta.
También ese día decidí que si te dejaba no volvería tras tuyo, que si bajaba del auto haría todo por olvidar y ser alguien más por un tiempo, tenía mil ideas en mente.
Es gracioso pensar que al final todas fueron solo ideas, en un momento de debilidad gire la mirada hacia a ti acababa de decirte que no te odiaba y te encontré llorando en silencio. Ese fue el momento que volví a caer entre tus brazos fue simplemente automático y sin pensarlo claramente lo decidimos volver a intentar. Prometiste no volverme a mentir ni engañar y yo dije que haría borrón y cuenta nueva, mentí.
Desde aquel día no pude volver a confiar en ti, creo que ni siquiera lo intente del todo siempre que me decías algo dudaba inmensamente de ti. Juraba que mentías pero nunca te lo dije por el contrario solo asentía o contestaba que estaba bien.
Pero de repente vi la situación invertida era yo a que la oportunidad se le presento, resistí tranquilamente hasta que en un momento de peleas y disgustos acepte aquella salida y aunque me arrepentí al instante. Acababa de hacer lo mismo que tú, termine siendo lo que más reproche y me sentí terrible peor que una rata y me refugie en el pretexto que lo que hice no era nada en comparación a lo que tú me hiciste. Pero a quien queremos engañar si ni a mí misma podía mentir.
Desconfiaba más aun de ti con el tiempo y solo después de mucho pensarlo me di cuenta que el reproche y desconfianza dejaron de ser por aquello solamente, era mi culpa reflejada con frustración en ti.
Desde hoy para confiar en mi decidí confiar en ti me di cuenta que todos merecemos una segunda carta de confianza, ya que a veces el inconsciente gana a la cordura, con esto no me justifico solo es parte del aprendizaje, del duro aprendizaje que pudo ser de simple mirada pero termino siendo empírico. Porque para poder sentir amor y paz necesitamos aprender a volver a confiar.