La última vez que me acordé de ti no dije tu nombre. La verdad, esa que te interesa y me preguntabas. No dije tu nombre, tal vez porque nunca me gustó llamarte como los demás. Por eso cuando pensaba en ti te puse chinita.
Y me encontré diciendo chinita en voz alta y me encontré ridículo si no estabas. Tay mal me dije a mí mismo y me reí de lo bien que se siente estar mal cuando pienso en ti. De alguna forma eres la opción de la avestruz de esconder la cabeza en la tierra buscando la antípoda, lo lejano que te libere del agobio, del “near” del to be del ser y el estar que en este español es el mismo vacío.
Hace años soñé contigo y me abrazabas y reías y terminamos bailando sudorosos.
A veces sueño que me cruzo en la calle con uno de esos noteros que preguntan cosas a los transeúntes para rellenar los noticieros, o para alimentar una encuesta de moda y siempre termino hablando de ti, como el chiste de los fenicios, que si no te lo sabes, sabes que no tengo gracia para contar nada, a lo más lo escribo. Pero quiero hablar de ti.
Como la verdad era lo tuyo, puedo decirte que no recuerdo tu nombre, ni me lo diste. Espero que alguna vez me critiques lo mismo. Seguridad compañero me dijiste, mierda de seguridad cuando no existía el sida, y una posibilidad de morir cronometrada y exacta de salirte de las reglas.
Te confieso compañera, que me paseé en las marchas de los familiares de detenidos desaparecidos buscando si estabas en las imágenes que las madres llevaban en su pecho, y no sé si ambos nos salvamos de ese destino, o sólo yo, que de ahí en adelante debía marchar exigiendo Donde Están, Verdad y Justicia.
Me hace mal pensar en ti Chinita. No es fácil rehuir un tema que nadie conoce ni saca a colación. Y ya ves, aún nadie me entrevista en la calle respecto al clima, a la congestión vehicular, al smog, a la delincuencia o a las compras navideñas. Para todo eso tengo respuestas con tu nombre, o tu imagen. Weas mías, quería que lloraran, 20, 40 puntos de rating y una entrevista donde pudiera hablar.
¿Te pido un favor? Déjame divagar. Eres como quien conoce a Joe Black de la película de Brad Pitt y de Claire Forlani, tanta belleza tiene un costo. Ya compañera, si no le hablaré de plusvalía ni de El Capital, me refiero al costo de los sueños.
Sabes, recuerdo que entre las estupideces que hablamos me dijiste que a los hombres les gustan los perros pero que te gustaban los que soportan a los gatos. He enterrado a una gata, regalado 11 gatitos y gatitas y criado a 3 gatos. Tienen nombres de escritores.
Además, tengo una perrita, una basset hound que se parece a mí en las ojeras y en la tristeza
Lleva tu nombre Chinita. |