Todo podía haber sido pasajero entre palabras fugaces,
barrer la arena del recuerdo durante algunas horas,
pero decidimos tomar una porción de nuestros cuerpos
y mimarlas por algunos meses, que ya son años.
Yo encontré con mi mano la miel oculta tras tus párpados,
oí tintineos antiguos y descubrí campanas nuevas
en los latidos que palpitó tu corazón y tu lluvia
deslizándose sobre mí con tus labios en deseo de viajar.
Mejoramos instantes hechos de azucenas y de primaveras,
y se grabaron en la mente recuerdos salados
y deseos que no se duermen y despiertan aún en sueños.
Hubo vientos débiles y rabiosos espacios vacíos,
hubo distancia y hubo tiempos cubiertos de cristales,
y aún así todavía somos dos pájaros migratorios volando juntos.
Por verte me salgo de mí mismo, agotado, impaciente
para poder ser felices a nuestra imagen y semejanza,
con las palabras charlando a su antojo en los momentos de descanso,
conociéndonos todavía, y de a poco, nuestras costumbres,
inclinándome ante tu encanto de mujer, dichoso
y sabiendo que guardamos un secreto cuando el sol cae,
secreto sin malicia ni arrepentimiento, porque es nuestro secreto. |