Al principio
tus ojos dentro de mis ojos
sigilosamente me regañan
en la severidad de los besos,
el pulso latiendo dentro de algún poro,
protegido por esas huellas
que dejan tus manos
vagabundeando por mis selvas
con ansiedad de tormentas
y suavidad de lluvias de verano.
Tu cuerpo del color del agua
se enciende abrazado
a la espiga que palpita.
Por eso temo a tus sombras
que me invaden bajo el sudor
que acelera el pulso
mientras penetras en el mapa
de mis venas y mis arterias.
Y todo comienza siempre
con tus ojos dentro de mis ojos,
en ese instante del descubrimiento
donde comienzo a escaparme de mi piel
y a vaciar los secretos que hay en el cielo.
Texto agregado el 23-12-2016, y leído por 144
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