En la búsqueda de una idea que volcada al papel pueda ser llamada poesía,ya llevo màs de cuatro horas intentando pescar en aguas mansas alguna metáfora o juguetona combinación de palabras que enternezcan o provoquen sobrevuelos fantasiosos.
Sin embargo una especie de sequìa intelectual ha comenzado a resquebrajar la superficie de mi soberbia de escritor.(¿Lo serè?)
Tiene que existir algún secreto o fòrmula para llegar a la construcción buscada.
Mientras divago en estas cuestiones,mi nieta de nueve años ingresa a mi escritorio con un papel en sus manos.Lo hace silenciosamente como le han enseñado que debe hacer cuando su abuelo està en plena "actividad creativa"
Luego de los consabidos besos de salutación,me quedo disfrutando de su presencia,del bailoteo chispeante de sus ojos negros como uvas brillantes y el incesante movimiento de sus pies que delatan nerviosismo por algo que està por compartir en secreto conmigo.
Por fin se decide y me cuenta en una mezcla de emoción y pudor,que un muchachito le ha hecho llegar una nota en la que volcó lo que siente por ella.
Como Joa tiene solo nueve años,como buen geronte camino a la obsolescencia,le pido que me permita leerla.
Debo reconocer que ante la manito estirada con el papel doblado.me invade una sensaciòn muy parecida a la que seguramente està sintiendo ella.Conexiòn emocional completa.
Con respetuoso interés despliego el papel y quedan ante mi unos renglones escritos con lápiz que dicen:

“Joa:
Cuando te vi jugando en el patio no pude dejar de mirarte”
Al verte por primera vez me dì cuenta de que el corazón existe.”

Diez ,me contesta,cuando pregunto sobre cuàntos años tiene el jovencito.
Le devuelvo el papel nuevamente doblado y me quedo pensando en si estoy buscando la poesía en los lugares correctos.