Baba, me cae baba, llueve, llueve baba.
Se oye una voz atiplada. Se me mete en los rincones.
En los tímpanos, en el ombligo, en el saltamontes mojado de mi pelo.
Se me escapa de las manetas.
Lluvia plomiza. Levanta la costra de las calles. La ceniza de los viejos niños muertos.
Puerro, plasta de gallina, tizne de almendro, humo de longaniza. Pan de pueblo.
Perdónate. Si nada te inspira. Si sufres el síndrome Sisifante del sinsentido reiterado. Si estás dentro del eterno día de la marmota. Anima tu ánima. Arregla esa pata de la mesa por quincuagésima octava vez. Y vive que mueres.