La paranoia en el mundo ha sido siempre un motor de consideración.
A aquel hombre, por ejemplo, no se le podía hablar de Gabón. Se ponía de los nervios cada vez que alguien acababa hablando de Gabón.
No sabía si era casualidad o que la gente lo hacia aposta, pero cada vez que se acercaba a alguien le acababan hablando de Gabón.
Antes de caer en una incipiente paranoia, que ya se estaba empezando a manifestar, se le ocurrió un ardid con que frenar aquel proceso imparable.
Se hizo serigrafiar en su ropa: de cualquier cosa menos hablarme de Gabón.
Y funcionó.
Texto agregado el 17-12-2016, y leído por 93
visitantes. (2 votos)
Lectores Opinan
17-12-2016
PUES ESTE CUENTO NO FUNCIONO MITNICK
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login