Es un digno y cruel lamento
mi grito que revienta desde el cielo,
tan masivo como una supernova,
tan fugaz como las más simple
y compleja de las vidas

Llevo amor y tanto odio aquí en mis huesos,
que los pájaros de mal agüero
se espantan ante mi sombra,
degradado e intoxicado por mi locura,
se desplaza inadaptado, mi cuerpo

En pacíficos sueños me desvela
un insomnio que acelera pulsaciones,
llevo el peso que se otorga al nacimiento,
que es el tiempo que se esfuma antes del tiempo

Aun así canto y bailo y me festejo,
porque el mundo al fin de cuentas
es un absurdo sin remedio,
aplaudiendo como un idiota en la tormenta,
quemándome eternamente aquí en mí infierno

Porque vivir es tan solo un rumbo incierto,
con blancos y negros y también grises,
y entre la luz y la sombra marcha vigente la muerte
más real que las caricias
y nuestra historia ya enterrada.