Con los ánimos de un cadáver
arrojado en una cantera,
con los ojos devorados
y el alma hecha un trapo,
con la noche como verdugo
y la luna una ballesta,
asi cierro la puerta
y es así que me embarco

Como un pichón
que se cayó del nido,
como un feto en una bolsa
y el estomago hecho carbón,
como larva o como mosca
me adentro en el camino,
con la paciencia apestada
y los huesos molidos

Del cansancio a la resignación,
del purgatorio al abismo,
aislado e incomprendido
como las heces al sol
aplastado, desbastado,
engangrenado y maltratado,
amordazado por un eterno domingo
en el que ángeles y demonios
solo por juego, se fusilan.