Proa hacia el Amor
Rectificando el rumbo.
¡Bendita sea la capacidad de reflexión! inherente a nuestra condición humana.
Muchas veces, escuchando poemas envueltos en las más hermosas melodías, las voces se deslizan recorriendo los vericuetos recónditos del alma, conmoviéndonos.
Las lágrimas pueden descomprimir la emoción. ¡Agradezcámoslas felices, nos auxilian!
Del impacto nacen palabras esperanzadoras, llenándonos de Amor por nosotros y por nuestros semejantes.
El poema revela la belleza y transparencia del autor:
“La mala costumbre
Tenemos la mala costumbre de querer a medias,
de no mostrar lo que sentimos a los que están cerca,
tenemos la mala costumbre de echar en falta lo que amamos,
sólo cuando lo perdemos es cuando añoramos.
Tenemos la mala costumbre de perder el tiempo,
buscando tantas metas falsas tantos falsos sueños,
tenemos la mala costumbre de no apreciar lo que en verdad importa,
y sólo entonces te das cuenta de cuántas cosas hay que sobran.
Hoy te daría los besos que yo por rutina a veces no te di,
hoy te daría palabras de amor y las caricias que perdí,
cuanto sentimos cuanto no decimos y a golpes pides salir,
escúchame antes que sea tarde antes que el tiempo me aparte de ti.
Hoy te daría los besos que yo por rutina a veces no te di,
hoy te daría palabras de amor y las caricias que perdí,
cuanto sentimos cuanto no decimos y a golpes pides salir,
escúchame antes que sea tarde antes que el tiempo me aparte de ti.
Tenemos la mala costumbre de buscar excusas,
para no desnudar el alma y no asumir culpas
tenemos la mala costumbre de no apreciar lo que en verdad importa,
y sólo entonces te das cuenta de cuántas cosas hay que sobran.
Hoy te daría los besos que yo por rutina a veces no te di,
hoy te daría palabras de amor y las caricias que perdí,
cuanto sentimos cuanto no decimos y a golpes pides salir,
escúchame antes que sea tarde antes que el tiempo me aparte de ti.
Hoy te daría los besos que yo por rutina a veces no te di,
hoy te daría palabras de amor y las caricias que perdí,
cuanto sentimos cuanto no decimos y a golpes pides salir,
escúchame antes que sea tarde antes que el tiempo me aparte de ti.
Tenéis la mala costumbre.”
Estas palabras retratan un instante de profundo pesar y sincero arrepentimiento del poeta.
Muchos deberíamos hacernos con frecuencia este exhaustivo análisis de conciencia.
Las obligaciones, la celeridad de los cambios, las presiones laborales, profesionales, familiares o sociales; la rutina, nos hacen olvidar las verdaderas escalas de prioridades de nuestra vida. Dejamos de lado nuestra capacidad de reflexión.
Una vez que tomamos conciencia de los actos errados en que incurrimos, podemos reparar lo que aún fuera posible, y alcanzar el perdón para nosotros mismos.
Pocas cosas más necesarias y liberadoras que el perdón para avanzar.
Quedarse anclado en el pasado, lamentándose de lo que se debió haber hecho y no se hizo, en un tiempo que ya no existe, sólo nos tortura, culpabilizándonos y agregando algunas paladas más de toxicidad a nuestra aporreada autoestima.
Sino avanzamos de nada nos sirve el análisis de nuestros errores.
Rectificar el rumbo, reparar lo reparable, usar de trampolín la fuerza de nuestros claros deseos, tomar impulso para llegar aún más lejos de lo que lo hemos hecho hasta ahora.
La vida es dinámica: reflexión, arrepentimiento, aprendizaje, reparación, cambio, avance, ascenso.
Lo bueno de reflexionar es que una vez reconocido el desvío que nos alejó de nuestros ideales podemos retomarlos.
Siguiendo la senda que consideramos nos hace sentir felices con nosotros mismos, orgullosos con la persona que alcanzamos a ser, podremos compartir este bienestar con quiénes nos relacionemos, aportándoles algo de nuestra propia plenitud.
Somos seres privilegiados pudiendo usar la capacidad de reflexión que nos fue dada.
Todo se convierte en alegría meditando con calma y detenimiento, seguros antes de emprender cada acción.
Poniendo nuestra mayor capacidad en cada acto de la vida nos elevamos hasta nuestro propio cenit, arribamos a la exquisitez que como humanos estamos llamados a alcanzar.
Nunca es tarde mientras tenemos vida, podemos corregir el rumbo con proa hacia el Amor.
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