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El largo viaje de los Reyes Magos
Que los Reyes Magos salieron de Oriente y llegaron a Belén, en busca del recién nacido Dios, es bien conocido por toda la cristiandad y aceptado con suma naturalidad. Como si hubiera sido tan sencillo, que un día salieran de un indefinido lugar llamado Oriente, se hicieran ochocientos o novecientos kilómetros en camello por zonas desérticas e inhóspitas y llegaran a Belén como si nada, vamos, lo que es un paseíto. Pero es lógico pensar que, en tan largo recorrido, los Magos tuvieron muchos inconvenientes, por las propias dificultades del mismo y por los lógicos problemas de convivencia que se dieron a lo largo de la ruta, cosa totalmente normal, eran tres personas de distintas edades y de diferentes personalidades.
Y de esas vicisitudes es de lo que trata este relato que cuenta, al posible lector, lo que paso en aquel largo viaje.
Empecemos por aclarar quienes eran y de donde venían los tres Reyes, que no está claro, unos piensan que eran unos sabios, otros que se trataba, solo, de unos hombres buenos e incluso algunos creen que podían haber sido magos o adivinos y todos que venían de allá por Oriente.
Melchor, el conocido como el rey de la barba rubia, procedía de Babilonia, donde impartía clases de astronomía y física aplicada en una famosa universidad privada (la FUB, Federal University of Babylon). Era soltero y andaría en aquel momento por la treintena, más que un rey era un científico.
Gaspar, el más viejo, el de la barba blanca, era viudo y vivía ya retirado en casa de una de sus hijas en la ciudad de Ur, de donde era oriundo. Seguramente tendría unos sesenta años y era un hombre achacoso, de no muy buen carácter y poco amigo de bromas. Había dedicado su vida a la meteorología, era lo que ahora se conoce como un hombre del tiempo y allí se le recordaba con mucho afecto, aun no estando ya en activo, por sus acertados partes sobre la evolución climatológica que emitía, todas las noches, desde un minarete que dominaba la ciudad. Y sobre el título de rey, lo que se podía decir, en todo caso, es que era el rey de las isobaras y de las borrascas.
Y Baltasar, el negro, era el único que tenía una responsabilidad de mando, gobernaba la región próxima a la ciudad de Ninive, donde vivía rodeado de comodidades, con sus cuatro esposas y sus catorce hijos. Era el más joven de los tres y, como los anteriores, también tenía, en este caso por afición, cierta relación con la astrología y la interpretación de las estrellas. Por otro lado era sin duda el más “friki” de los tres, por su forma de vestir (colores muy chillones) y su afición a la música “reggae”.
Y fue gracias a que los tres, asiduamente, contemplaban el firmamento, pudo llegarles la señal de Dios, en forma de una fulgurante estrella que apareció misteriosamente indicándoles la dirección hacía Occidente. Posteriormente, en sueños, les llego la revelación de que, en Belén, nacería pronto el futuro hijo de Dios y que debían partir de inmediato para adorarle.
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Como hombres piadosos que eran y temerosos de Dios, no dudaron un instante.
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Y se pusieron rápidamente en marcha. Aunque si les extraño, que, justo antes de partir, un ángel les comunicara que no irían solos, sino que debían pasar primero por la ciudad de Palmira, cruce de rutas y encuentro de caravanas, para unirse a otras dos personas procedentes de otros lugares y continuar con ellas el resto del viaje. Los tres Reyes, que no se conocían de antemano, pusieron reparos a la nueva orden, y no les pareció oportuno el no ser los únicos elegidos.
Y aquí empezaron los problemas.
A Melchor, le pareció que el tener que viajar con otros lo único que serviría era para retrasarle.
A Gaspar, que no era nada amigo de establecer nuevas relaciones humanas, la noticia le disgusto sobremanera.
Y a Baltasar, como había decidido llevarse a dos de sus más jóvenes esposas al viaje, enseguida pensó que tendría problemas con los otros dos viajeros.
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Pero, eran hombres piadosos, se resignaron y aceptaron la voluntad de Dios.
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Casi de forma sincronizada llegaron, los tres, a Palmira a principios de Diciembre del año cero. Se identificaron, se besaron (entonces eran muy besucones) y se reunieron para planificar el largo viaje.
Y más problemas.
Melchor opinaba que debían iniciar de inmediato el camino, los tres solos, y coger la ruta hacia Alepo (pacifica entonces), era la más dura pero la más rápida y, luego desde allí, ir hasta la costa y bajar hacia Israel.
Gaspar, por el contrario, era partidario de juntarse a una caravana comercial organizada e ir acompañados al menos hasta Damasco, aunque después continuaran solos; pensaba que así irían más seguros y además desde el principio le cayó muy gordo el negro.
Y el negro, bueno Baltasar, e él le daba igual y prefirió estar callado para que no le dieran la lata con el tema de la compañía femenina.
Y discutieron y discutieron y se enfadaron.
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Pero, eran hombres piadosos, al final se callaron y aceptaron la voluntad de Dios.
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Acordando, finalmente, ir solos en caravana, llegar al mar de Galilea y continuar por las orillas del rio Jordán hasta Belén.
Y comenzaron el largo viaje que calcularon les llevaría unos veintitantos días, los camellos no eran capaces de recorrer más de cuarenta kilómetros por jornada.
Pero, la paz duro poco, al poco tiempo, nueva discusión y esta vez más fuerte que la primera.
Melchor, el más impaciente, quería comenzar la marcha diaria justo al amanecer, así se evitarían el calor del sol, decía.
Gaspar, ya muy cansado, opinaba que levantarse antes de las diez de la mañana era una locura.
Y Baltasar, no opinaba, en precaución a que le echaran en cara los escándalos nocturnos que montaba con sus esposas.
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Pero, eran hombres piadosos, llegaron a un acuerdo y aceptaron la voluntad de Dios.
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A esas alturas, ya llevaban juntos más de una semana, y estaban, claramente, hartos unos de los otros, pero, prudentemente, callaban, caminaban y avanzaban en silencio.
El siguiente conflicto serio se produjo recién rebasado Damasco. Sucedió que una noche en que, como siempre, tomaban el obligado te con hierba buena, a la luz de la luna, empezaron a comentar sobre los presentes que cada uno ofrecería al niño Dios, (aun no sabían que se llamaría Jesus)
Y Gaspar dijo, “yo le llevo oro, como rey que será”
“Pues yo le ofreceré incienso” en recuerdo que será hijo de Dios.
“Y tu Baltasar, ¿qué le llevas?”, preguntaron inquisidores mirando al Rey negro.
“Pues, pues…, la verdad “titubeo Baltasar, “lo cierto es que con las prisas se me ha olvidado y no llevo nada”
Y ahí, se desataron los, hasta ahora, contenidos comentarios retenidos por los otros dos.
“Claro, pero no se te olvido traerte a esas dos”, se atrevió a decir Gaspar, muy encolerizado.
“¿Pero en que estabas pensando?”, le espeto Melchor, “¿a dónde crees que ibas, de juerga?” agrego muy enfadado.
Pero, Baltasar no se azoro lo más mínimo y se fue canturreando un pegadiza canción de un tal Ciro Amir Val Nasim cantante de “hip hop” que últimamente era muy famoso en su tierra.
Aunque se le pudo entender entre dientes, “pues vaya rollo, pues ya le comprare algo en el camino, lo que les pasa es que me tienen envidia y manía porque soy negro”.
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Pero, eran hombres piadosos, olvidaron, la sangre no llego al rio, y aceptaron la voluntad de Dios.
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Y siguieron caminado, aunque eso si, a partir de ese incidente, a Baltasar le obligaron a ir con sus camellos al final de la caravana, tragándose el polvo y lo que era peor, oyendo las continuas quejas de sus esposas acusándole de calzonazos.
Y, cuando ya todo parecía estabilizado, nuevo encontronazo, esta vez al llegar al mar de Galilea. Gaspar se empeño en que, como estaba hecho polvo, tenían que pasar un par de días bañándose, disfrutando de unas saunas y dándose unas sesiones de barros medicinales.
Pero Melchor no lo toleró, basándose, sobre todo, en que había notado que la estrella guía se desplazaba cada vez más deprisa, síntoma de la inmediatez del nacimiento del Salvador. Por su parte Baltasar, que seguía enfurruñado, unas veces apoyaba a Melchor y otras al viejito, con tal de incordiar, cosa que no ayudaba.
Pero al final, no discutieron, no pararon y siguieron.
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Eran hombres piadosos y aceptaron la voluntad de Dios.
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La ultima parte del recorrido, ya por las frescas y verdes riberas del rio Jordán, las hicieron de corrido, estaban ya en la última quincena del mes de Diciembre y veían que si no se apresuraban, lo mismo no llegaban tiempo. Solo se detuvieron, un par de horas, en Jerusalén, para que Baltasar dejara alojadas a sus dos esposas en “Chez Juda” una casa rural de la que le habían hablado muy bie y comprara un regalo para el Niño, al final se decidió por mirra, que dijo era como referencia a la pasión que le tocaría vivir, aunque a los otros dos Reyes, les pareció una majadería, pero no dijeron nada.
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Eran hombres piadosos y era voluntad de Dios.
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Llegaron al portal de milagro, Jesus acababa de nacer; y tal y como estaba previsto, le adoraron, le dieron los presentes, presentes que Jose agradeció mucho sobre todo el de Gaspar, estuvieron haciéndoles compañía un buen rato y se quedaron esa noche en una posada cercana.
Al día siguiente se despidieron afectuosamente de la Sagrada Familia, que les agradeció de nuevo su gentileza y el esfuerzo por tan largo de viaje, Jose, muy educado, les dijo, cuando ya estaban montados en los camellos, “bueno, muchas gracias por la visita y no haberos molestado, si tenemos otro hijo, no os deis otra caminata igual”.
Y Gaspar, en representación de los tres, les dijo.
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“No es nada, somos hombres piadosos y es la voluntad de Dios”.
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Y se volvieron a Oriente, ahora, eso sí, por separado y cada uno por un camino, ya no se aguantaban. Bueno, Baltasar se quedó unos días haciendo turismo con sus esposas, invitado por Herodes, con el que había hecho muy buenas migas.
Fernando Mateo
Diciembre 2015

Texto agregado el 10-12-2016, y leído por 157 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
21-12-2016 Me gusto mucho este relato. Entretenido y da ganas de seguir leyendo. Me gusto el final (eso del turismo...). Felicitaciones: 5* dfabro
10-12-2016 ben*=en grilo
10-12-2016 Leí tu texto y me sembraste alguna duda. Tuve que ir a preguntar al tío Google. Pues siempre ben mi tierra de Tartessos va Melchor delante. El mayor con barba blanca y Gaspar es el dd barba vikinga pelirroja. Sobre Baltasar nadie duda, pero no sé si en tu ciudad van como dices. Aquí es como te cuento. ***** grilo
10-12-2016 Sos único, Fernando! MujerDiosa
10-12-2016 me sorprendió y me gustó mucho tu cuento yosoyasi
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