El lamento de la noche
El día ha huido, y la noche se cierne en la sombras
El brillo del sol, a huido, dejándome solo
La arena bajo mis pies, se desliza y me sepulta
Más resurjo de ella, con fiereza de tiranía
Las aves, han huido, en los árboles recluidas
La noche me ha alcanzado, el día me abandonó
Es como un hoyo profundo, el cual me atrae
Y en el dormido hasta la eternidad, yaceré abandonado.
Los señores de la noche, despiertan de su letargo
Y del sueño aterrado, dejan escapar sus lamentos
Y las tumbas con regocijo y ahínco están cavando
Cavad, cavad, que de la tierra húmeda, surgirán los huesos
Echad vuestras lanzas de fuego, y brillantes rayos
Cual guerreros sedientos de dulce sangre roja
Y en sus cintos llevan, calaveras cual eslabones
Y sus ojos de lumbre, fulguran en la triste noche
Raúl Amador Irusta
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