Me condeno
Perdida la esperanza y delirando
me sumo en el silencio irremediable
alargando la partida inevitable
camino hacia el final, hacia la nada,
sin mendigar amor y en plena calma
me condeno al ostracismo necesario
para vivir sumido en el calvario
de ausencias repetidas y siniestras.

Ataviado de sombras pertinaces
ya no he de convocar una caricia
que pueda producirme una sonrisa
y después transformarse en una lágrima,
sin pretender amor, cariño o lástima
habré de involucrarme en el olvido
y como un delincuente embrutecido
me dejaré caer… y para siempre.