Tu rostro se esconde en los huecos de mis ojos,
va y viene a lo largo del día,
transita desde el alba temprana
a través de mi boca la ciudad inmensa.
La muchedumbre se mueve sin verte,
solo ven la sonrisa que remueve tu ausencia.
Cinco dedos rasgan tu desnudez
para dejar que la luz ahuyente pesadillas,
y me guie hasta encontrarte.
Estando solo escucho nuestros cuerpos
en equilibrio, aprovechando los instintos básicos
con la retórica propia de lo erótico,
en la involucración total de lo místico y lo arcano
sin temor a quemarnos en el infierno,
ese océano de orillas invisibles
en el que tu tiranía es centinela de mis deseos.
Así, aprendo a amarte en una piel temporal.
Texto agregado el 02-12-2016, y leído por 203
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