Lloro,
Sí,
Lloro,
Y las lágrimas no logran terminar el pesar,
Si ahora las risas,
Suenan todas irónicas,
Y las caricias delicadas ,
Son recuerdos casi nauseabundos,
De un cinismo extremo.
Lloro,
Y los mocos se escurren por mí mentón,
“¿No se que pasa?”
si ya hasta la tristeza me parece una utopía.
Por tu culpa,
Los parajes hermosos,
Son lúgubres y áridos,
Si parecen asolados por la muerte en persona.
Te regalo mi razón,
Y la pésima prosa poética de la cual puedo hacer gala,
Quédate con nuestros momentos,
Que el sólo recuerdo de ellos,
Es el comienzo de una hemorragia eterna.
Con tus besos,
Colmaste mis labios de feca,
Y no espere un momento,
Para saborearla con los ojos abiertos.
Por tu culpa:
“Maraca entre mesalinas”
solté al aire aquella palabra,
que vuelve a los borrachos y vagabundos,
en hombres rectos y fieles.
¿Y sabes qué?,
¡te odio!
Te odio tanto que se borra todo signo de ternura,
Te odio porque ríes,
Y con la cara llena de soles falsos,
Te largas a lloriquear.
“La vergüenza no tiene limites”
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