EL MARAVILLOSO MUNDO DE COCHITO
Cuando yo les digo que me llamo Javier, siempre la gente me pregunta: “Javier, ¿qué más?” Me enojo un poquito, porque tengo que decirles Javier Riquelme Alarcón. Entonces mi mamá pone una cara de contenta que se le llega a notar en la cara. Yo creo que las mamás tienen hartas caras. A veces son caras contentas. Otras veces, caras "enojonas”- cuando uno ha hecho algo malo- o cara tristona si es que está triste. Nunca le he visto, a mi mamá, una cara triste cuando está contenta. Conozco a una señora que parece tiene una sola cara, porque no se ríe, ni llora, ni nada. Siempre con la misma cara. ¿Por qué las cosas que uno compra están caras o baratas? No entiendo. Las cosas no tienen caras y las baratas andan por el suelo y son feas. Creo que, también, les llaman cucarachas. Me gusta llamarme Javier Riquelme Alarcón porque así no me confunden con otros niños que también se llaman Javier, cómo mi amigo Javier Hernández que se llama así porque no tiene otro nombre. ¡Aaah! ¡Ahora entiendo por qué uno se llama con todos sus nombres! Porque si mi mamá, un día, se encuentra con el otro Javier podría llevárselo a casa creyendo que soy yo, pero como yo no soy él y tengo más nombres, mi mamá no se equivoca nunca. Tampoco sé por qué mi mamá y mi papá y todo el mundo me llama COCHITO. Cómo no sé qué es Cochito, entonces me gusta y no me gusta mi nombre. Yo tengo un amigo al que le “ponieron” de nombre “flaquito” y es porque él es un niño bieeén flaco. A veces, casi se lo lleva el viento. Tengo otro amigo bien grande, cómo de cien años, al que le dicen “gordito”. Se lo lleva comiendo de todo, y todo el día. Yo creo que en la noche no duerme nunca, porque se lleva come que come. Y tengo otro amigo que es cómo yo, pero no cómo yo. Lo llaman “pestañita”. Él tiene unas pestañas bien largas y parece que se las tiene que cortar, porque son bieeen largas. ¿O lo llaman así porque es dormilón? No lo sé. Se lo voy a preguntar. Pero tampoco sé qué es “cocho” para que me digan Cochito, pero no importa, igual me llaman Cochito. Ayer…¿o mañana?, me retaron porque no dejaba dormir la siesta a mi mama´. Yo puse la “tele” bien fuerte y ella se enojó. Entonces, la apagué y encendí la radio. Fue peor. De nuevo me retaron. Nunca lo dejan hacer nada a uno cuando el papá o la mamá quieren dormir siesta. ¡Cómo si fuera más importante la siesta que yo! Pero, total, a mí me da lo mismo. Así que, calladito, salí de la casa y me fui al campo que está bien” cerquita” de la casa, como a mil kilómetros, creo yo, y me fui a jugar.
Cochito corría con su pelo despeinado jugando con el viento. Tenía su cara llena de felicidad y reía libre, libre como el aire, como la brisa, como la nubecilla que se deslizaba como bailarina en el cielo. De pronto, se detuvo a contemplar una mariposa que acariciaba, con sus alas, una flor.
Una mariposa!- exclamó, contemplándola con sus ojos verdes y su carita pecosa de cinco años. Sonrió y la miró cuidadosamente. La mariposa movía nerviosamente sus alas de oro. ¿Por qué una mariposa se para en una flor? - pensó. Le gustaría ser mariposa, tendría muchos colores y volaría por los campos y los cerros. ¿Son las mariposas pedacitos de flor que vuelan y se paran donde quieran? A lo mejor se cansan y se paran y se vuelven flores. Es lindo volar, abrir las alas y bailar en el cielo. ¿Por qué el cielo es azul? Podría ser verde. No, Porque si fuera verde, sería pasto y las vacas y los caballos se caerían cuando quisieran comer. A lo mejor podrían andar cabeza abajo y todo lo verían diferente.- Cochito se tendió en el pasto y levantó los brazos y sus piernas como si quisiera caminar por el firmamento.
No resulta, se dijo, se cansarían y se caerían. Nunca había visto una vaca cayendo del cielo. ¿Dónde quedaría la cola? ¿Hacia arriba, hacia abajo? Tantas cosas que enseñan en el colegio y no enseñan como cae una vaca del cielo. Con una “cumputadora” podría ser. En el cielo están los ángeles, me dijo mi abuelita. Los angelitos también tienen alas y vuelan, pero no he visto ninguno. Sé que están arriba porque cuando está nublado se hacen pipi y entonces llueve. Deben hacerse pipi porque como hace frío y ellos andan “piluchos”. Pero a ellos no los retan porque sólo mojan a los que están abajo. Debe ser bonito sentarse en una nube y, desde ahí, mirar hacia abajo. Es mejor que estar como las vacas, al revés. Desde una nube se puede mirar el campo, el mar, las montañas, el río, todo.- Recordó que una vez vio, desde un cerro, como se deslizaba un río acariciando la montaña y se iba lejos, lejos.- ¿De dónde salen los ríos? ¿De dónde sale tanta agua? Seguramente al comienzo del río tiene que haber un agujerito y por ahí sale el río. No es una cañería, No, no. No es cañería porque cuando se corta el agua en la casa, entonces las llaves suenan “shshsh” y echan aire, pero no sale agua. Si fuera cañería, más de algún día se cortaría el agua y no habría más río. Además, de las cañerías no salen “pescados”. ¿Por qué mi papá siempre me corrige cuando digo pescados? Dicen que se llaman peces cuando están en el agua y, pescados cuando los sacan. No puedo entender. Es como si cuando me bañan en la tina me llamo Mochito y cuando me sacan para secarme me llamo Cochito. A lo mejor como los peces ya no están tan limpiecitos después que los sacan del agua, por eso los llaman pescados.
¿Por qué los pescados – aunque se enoje mi papá, total él no está aquí - abren la boca así? -Cochito empezó a abrir y cerrar la boca redondeándola, abriendo y cerrando los ojos. - No entiendo, Una vez los vi en una vitrina y parecían que se reían porque nosotros estábamos afuera y nos hacían burla con la cola. Y cuando abrían la boca les salían globitos, “burubujas”, creo que también las llaman así, pero es más difícil recordarse. El otro día hice “burubujas” de jabón. Digo “burubujas” porque quiero aprender bien la palabra. Eran bien bonitas, con unos lindos colores de todos colores y volaban y reventaban con chispitas de agua. Era lindo, y entretenido hasta que llegó mamá. ¿Por qué las mamás nunca dejan jugar a los niños, como yo, con pompas de jabón? Siempre dicen que ensucian los muebles, el suelo, y que uno queda todo sucio con jabón. Después le dicen a uno que tiene que usar jabón para limpiarse. No las comprendo. El jabón ensucia y limpia, depende del humor de la mamá. ¿Por qué uno tiene mamá? ¿De dónde vienen? Porque me han dicho que las guaguas vienen de un país o de un zapallo según sea el color. De la guagua, no del zapallo. Pero no sé de dónde vienen las mamás. Un día conocen a un caballero que va a ser el papá y aparecen las mamás. Es lo que me han contado. Ellas son necesarias. No me gustaría no tener mamá. A veces hacen cosas bien ricas para uno y lo cuidan cuando uno está enfermo y, otras veces, lo mandan a la cama cuando uno quiere quedarse en pié. Me gustaría ver una película en televisión de esas que dan cuando uno se duerme o cuando lo mandan a la cama. A veces quisiera ser grande para quedarme hasta mañana en pie y hacer todas las cosas que hacen los grandes. ¿Cómo será ser gigante? Tiene que ser aburrido porque los gigantes no tienen amigos, ni niños gigantes con quién jugar. Además, no caben en las casas y tiene que dormir en la calle. ¿De dónde sacarán la ropa con que se visten los gigantes? Me imagino que debe haber gigantes que hacen ropa de gigantes, o si no, andarían “piluchos”. Además, se gasta mucho en ropa y botas, porque un gigante sin botas, no es gigante. Nunca he visto un gigante vivo. En fotos los he visto con botas o con ojotas. Estos son gigantes pobres. Un gigante puede chocar con un avión y ¡plum, cataplum!, se acabó el avión. ¿Cómo serán los chichones de los gigantes al chocar con un avión? Me gustaría ser avión. No. Prefiero ser pájaro, porque así puedo ir a donde quiero y dormir en los árboles y no llevar a nadie adentro. No creo que un pájaro pague arriendo por la casa. No creo. De lo contrario tendrían que andar con cartera para guardar la plata y si fueran pájaros muy ricos parecerían carteros. Definitivamente, los pájaros no pagan arriendo. Una vez un tío, en el campo, me dijo que para pillar un pájaro hay que echarle sal en la cola. Anduve todo el día y me aburrí. Siempre los pájaros volaban antes de que yo llegara. Me encontré un tomate y me lo comí con la sal. Los pájaros huelen la sal, por eso, creo, es que se escapan. He visto muchas golondrinas. Mi papá me las mostró cuando andaban volando y me dijo que se llamaban golondrinas. Está por llegar la primavera. Hay flores y golondrinas. ¿Cómo saben las golondrinas que llegó la primavera? A lo mejor saben leer y leen los diarios. Pero nunca he visto escuelas de golondrinas. A lo mejor las hay y yo no me he dado cuenta. Las voy a investigar. Creo que les gusta el calor y no el frío. El frío es rico porque uno se resfría y no va a la escuela. Es mejor quedarse en casa en la camita. Claro que estar enfermo tiene sus inconvenientes porque, a veces, les ponen el termómetro en un lugar que no gusta mucho, o les ponen “supersitorios” y es como si jugaran a la guerra con uno y le ponen torpedos que los hacen sentirse mal. ¿Para qué inventaron las inyecciones? Sería mejor que inventaran dulces con remedios o postres con “vistaminas” así, daría gusto quedarse enfermo para siempre. El otro día, hace tiempo, creo que como cien años, me dio la peste. Tenía cara de apestado pero no parecía árbol apestado. A los árboles se les caen las ramas. Así,- colocó los brazos caídos.- y le salen unos cucarachos por todo el tronco. Los árboles apestados tienen que sufrir mucho porque no pueden acostarse y nadie los cuida y los otros árboles los miran raro porque parecen árboles apestados. A mí me salieron manchitas, parecía una frutilla picada de pulgas. Me picaba todo el cuerpo pero no me dejaban rascar. Me echaban polvos talcos y parecía dulce empolvado. Por eso me quedaron estas pecas, creo. No me gusta tener pecas porque todo el mundo le dice a uno que se le pararon las moscas en la cara y que después se fueron, dejando las huellas. A los grandes les gustan mis pecas porque dicen que me veo lindo con ellas y siempre me toman la nariz. Pero yo sé que se ríen y a mí no me importa. - Poniéndose bizco trató de mirarse las pecas que manchaban su nariz y sus mejillas. Sintió pequeños retorcijones de estómago.
Debe ser la hora de onces porque me están sonando las tripitas. Parece un concierto,- pensó.- ¿Cómo se darán vueltas las tripitas para hacer ese ruido? Parece que se estuvieran ahogando y que hicieran glú, glú, glú. A lo mejor tienen un despertador de hambre en el estómago que suena cada vez que hay que comer algo. Uno no sabe lo que le pusieron adentro cuando guagua. A lo mejor es la lombriz solitaria. Mi mamá siempre me habla de la lombriz solitaria cuando no quiero comer. Me gustaría tener una lombriz solitaria para amaestrarla. Dicen que se comen todo lo que uno se come. Yo le enseñaría que se comiera todas las cosas que no me gustan y me dejara solamente las que me gustan. Claro que no le diría a mi mamá que tengo una lombriz solitaria amaestrada. ¿Y qué pasaría si alguien tocara una flauta? A lo mejor se pondría a bailar y me pillarían. Es mejor no tener lombriz solitaria.
De nuevo sintió que se le retorcían los intestinos.
Mejor me voy porque ahora, sí, que tengo hambre. Voy a ser un caballo con hambre que quiere llegar luego a su casa.
Golpeándose las caderas, acompasadamente, Cochito se fue trotando por entre las hierbas y las flores. Alegre se fue a su casa. Sus padres lo andaban buscando por la villa. Al verlo, lo tomaron felices en sus brazos preguntándole a dónde había ido. Después, al llegar a la casa, lo retaron por no avisar a dónde iba.
Es curioso, se dijo. Afuera me hacían cariño y me daban besitos y adentro de la casa me retaron y me tiraron las orejas. No me gustaría ser elefante porque tienen las orejas grandes y se las pueden tirar fácilmente. A lo mejor los elefantitos guaguas tienen las orejas “chiquititas” y, como se deben portar mal o se van a otra parte sin avisar, se las tiran y, de tanto tirárselas, les crecen así de grandes. - Hizo un gesto con las manos – Ya sé. Me gustaría ser jirafa, así, ni mi papá ni mi mamá me podrían tirar las orejas, aunque se empinaran así tanto. ¿Por qué los elefantes tienen trompas?, -Se dijo pensativo. –Parece que las usan como ducha porque no tienen casa y viven en la selva. Yo los he visto en la tele. Toman agua con la trompa y la tiran hacia arriba. El agua. No la trompa. ¿Por qué le llamarían trompa a las trompas si no son las esposas de los trompos? El trompo es de madera y tiene punta. Es como un clavo al revés que lo hace bailar. Es curioso porque yo nunca he visto bailar un trompo con una trompa. Creo que no tiene nada que ver. Además, los trompos bailan sin música. Es verdad que ahora hay trompos con música, pero no son de madera. Hay otros trompos con luces que parecen luces de Pascua. Me gusta la Navidad porque todo el mundo está contento, menos los que están tristes. Es que para la Pascua toda la gente toma mucho “cola de mono”. Otra vez los animales. ¿Por qué le “ponieron” ese nombre? Primero, no le cortan la cola a ningún mono y, segundo, lo hacen con leche. Así que debería llamarse “cola de vaca”. ¿No creen? Tampoco, porque no lo hacen con la cola de la vaca sino con la leche. Total, es mejor que se llame “cola de mono”.
Igual me gusta la Navidad porque casi todas las casas tienen un árbol de Pascua con adornos y con luces. Igual a las del trompo que baila y tiene luces de colores. Las luces se las ponen para que se vean bonitos y no se vean puro pino. Un pino sin esas “huifas” que cuelgan y sin ampolletas, no es pino de Navidad, sino un pino de campo. ¿Cómo será poner un sauce llorón en vez de un pino? Yo creo que no sirven. El sauce se pone a llorar y mojaría la pieza, la alfombra y los regalos que trae el Viejito Pascuero. Además, habría que ponerle un pañuelo para que se sonara. También mojarían las luces que harían “ chiiiic” y se apagarían y no tendríamos regalos porque todo estaría oscuro. A mi papá no le gusta mucho la Navidad y dice que debería ser en otro día que ya pasó para no tener que ir a donde venden hartas cosas en papel de regalo y tocan canciones de Navidad. Yo creo que él no tiene razón y que debería haber “haaaaartas” Navidades. Sería lindo. ¿Por qué al pan de pascua no le hacen regalos? Ya sé. Porque tiene muchos cucarachos. Son como pan apestado. Además, hay que comérselo. A mí me gustan los regalos que no se comen. Un día quería que el Viejito Pascuero me trajera un avión de verdad para andar volando en la casa, pero mi papá y mi mamá me dijeron que si estaba loco porque el Viejito Pascuero no trae aviones de verdad y no podría guardarlo con los otros juguetes. De todos modos, el Viejito me mandó un avión, así de chiquito. Y no me gustó pero, como me lo trajo el Viejito Pascuero, me gustó.
Ayer, ¿O fue el año pasado? ¿O fue mañana?, no me acuerdo, el viejito me trajo un tren de regalo. Era “reentretenido”..., pero mi papá y mi mamá se pusieron a jugar con el tren.
Cada vez que lo iba a tomar yo, me retaban y no me dejaban jugar. Los papás deberían tener un Viejito Pascuero propio para que les trajeran juguetes y no se los quiten a los hijos. Eso no es justo. Los juguetes son para uno y no para los papás.
Este año le voy a pedir al Viejito Pascuero que me traiga... ¿a ver? ¿Qué puedo pedirle? Sí... A lo mejor le pido una pelota de “jurgol”. Así puedo jugar a la pelota en el living o en el comedor. Mejor no. Me acordé cuando la pelota quebró un vidrio. Yo me disculpaba porque me querían pegar pero yo alegué porque yo no quebré el vidrio, sino que fue la pelota. Yo tiré la pelota a la muralla y la pelota saltó de la muralla al vidrio. Yo me seguía disculpando aunque no era culpa mía. Total, igual me quitaron la pelota. ¿Por qué siempre inventan pelotas redondas y no hacen pelotas cuadradas? Ah, ya sé. No pueden hacer pelotas cuadradas porque las pelotas son redondas. Así de simple. Si las hacen cuadradas ya no son pelotas, podrían ser dados y los “jurgolistas” no pueden jugar con dados en la cancha y, además, tendrían que tener la cabeza cuadrada para cabecearlas. Una pelota podría ser como un huevo. Creo que he visto pelotas como huevo. No estoy seguro ¿Habrá un huevo cuadrado? A ver, voy a pensar. Un huevo cuadrado tendría la yema cuadrada y los pollitos tendrían que salir cuadrados y no parecerían pollitos sino dados con patitas y las gallinas no quieren a los pollos cuadrados porque nunca he visto una gallina que ande con pollitos cuadrados. A los pollitos guaguas yo creo que los pintan cuado salen del huevo. Por eso son amarillos. A lo mejor salen de la yema y no de la clara. Si salieran de la clara, serían pollitos transparentes y después, la gallina no los podría encontrar para darles comida. Entonces, los pollitos se morirían y no habría pollos grandes en los supermercados para comprar pollos. Alguien tiene que pintar los pollitos porque, después cuando crecen, los pintan de todos colores menos amarillos. Por eso los gallos, que son los papás de los pollos, son de todos colores y andan pisando como en brasas, porque no andan como las gallinas. El otro día escuché cantar un gallo en la mañana. Mi papá me dijo que en el campo, los gallos despiertan a las personas. Yo le pregunté a mi papá si los gallos iban de cama en cama despertándolos, pero me dijo que cantan como gallos y los despiertan. ¿Los gallos tendrán un despertador en el gallinero o lo tendrán en el cuerpo? Yo creo que lo tienen adentro, igual que nosotros, porque cuando coloco la oreja en el pecho de mi papá, hace tic- tac, tic- tac, igual que un reloj.
El otro día me compraron un reloj y todos me preguntaban la hora. Yo les decía que eran las doce y cuarto. Todo el mundo dice que son las doce y cuarto cuando son las doce y cuarto, pero ellos se reían de mí. Por eso guardé el reloj con los otros juguetes y cuando aprenda a decir la hora, lo voy a sacar. Dejé el reloj amarrado porque, como dicen que los relojes andan, yo pensé que se me podía arrancar y, por eso, lo amarré.
En la tele vi una película que mostraba unos cerros “bieen” grandes de hielo y parece que le llamaban “tempano” o temprano. No. Temprano no porque es temprano o es tarde y este era un cerro. Pero no importa como se llame. Los “tempanos” están en el sur de Chile. Lo sé porque como yo soy chileno vivo en Chile igual que todos los chilenos. Conozco un amigo que vive en Chile y no es chileno. No sé por qué no es chileno si vive en Chile. Tiene la cabeza llena de unos rulitos negros que parecen resortes y no es como mi cabeza que es media rubia... El es negrito aunque tiene los dientes bien blancos. Se llama Ulalio y no sé qué más porque habla en una forma rara que casi no le entiendo y, además, baila. Yo no sé por qué es tan negro. A lo mejor lo criaron al lado de la chimenea y con el humo se retostó y quedó negrito. A lo mejor le “ponieron” pasta negra de zapatos como crema para la cara. Tiene que ser crema para la cara porque hay otra crema que le ponen a los pasteles y que no es para la cara sino para los pasteles. Se me hizo agua la boca. Me recordé del “témpano”. Me gustaría tener uno de esos cerros de hielo en mi pieza. Debe ser rico sacarle unos pedacitos y ponerle azúcar y chuparlos hasta que se derritan, porque el hielo se derrite igual que la mantequilla, pero la mantequilla no es hielo, sino una cosa como suave que se derrite con el calor y que se le pone al pan para comer pan con mantequilla. Uno nunca come pan con hielo aunque también se derrite. Pero mejor no tengo un “tempano” de hielo en mi pieza porque me daría mucho frío y yo soy muy friolento.
A veces, no entiendo a los grandes. El otro día, mi mamá, le dijo a mi papá que limpiara los zapatos con pasta y le pasara la escobilla. Entonces, yo quise ser bueno y quise ayudarle. Fui al baño y saqué una escobilla-creo que era la de mi mamá- y pasta y me puse a ponerle pasta a los zapatos, claro que se veían bien feos, porque como eran negros, no se veían bien con la pasta blanca. Pero como mi mamá lo dijo, creí que estaba bien. Pero, después, se enojaron conmigo porque le había puesto pasta de diente a los zapatos y, aunque les dije que ella lo había dicho, me retaron y me mandaron a la pieza, castigado. Son raros los grandes porque, a veces, me dicen que soy grande y que soy un hombre. Cuando le puse pasta de dientes a los zapatos me preguntaron por qué lo había hecho si yo ya era grande para entender las cosas. Después, cuando estaba en la pieza, puse la televisión y me dijeron que la apagara porque yo era muy chico para ver ese programa. No los entiendo. Uno es como elástico, se agranda o se achica como quiera el papá o la mamá. Es triste estar sólo, aunque sepa que la mamá anda por ahí. En la pieza, uno nunca sabe que hacer, anda para allá, para acá y no sabe si sentarse, acostarse o jugar. A lo mejor para eso es el castigo. También, uno puede hacer hartas cosas cuando está sólo. Yo, a veces, me cuento los dedos para ver que no se me haya perdido ninguno. O me miro al espejo y me saco la lengua. A veces, me da miedo verme así, como cuco y, después, no puedo dormir. El otro día estuve mirando una araña. ¿Por qué las arañas tienen tantas patas?
Deben caminar mucho, digo yo, y se les pueden cansar algunas patas y, entonces, andan con las otras. Las arañas tienen las patas flacas. Tengo una tía que tiene las piernas flacas que parecen palillos. Yo no le digo nada porque ella es bien buena conmigo. Cuando me viene a ver, me trae dulces y me hace cariño. Dice que soy el niño más lindo de la tierra pero yo no le creo mucho porque hay que buscar debajo de la tierra para ver si hay otro niño más bonito que yo y hay harta tierra en el patio y no creo que haya niños debajo. Creo que ella tiene razón. Yo soy el más bonito aunque tenga pecas. Es lindo ser lindo y que todo el mundo diga que uno es lindo.
El otro día vino a la casa, una amiga que tengo y que la conozco como cien años. Traía puesto un vestido blanco bien lindo pero parece que estaba arrugado. Ella me dijo que era así. Mi amiga se llama Cristina y vino a jugar conmigo. Como traía unas tazas, le dije que hiciéramos té y que hiciéramos tortas porque, como ella es mujer, sabe hacer tortas. Así que fuimos al patio y juntamos tierra. Yo traje agua en un tarro y empezamos a hacer tortas de barro... Se veían bien bonitas y yo le dije que tenía que comerse una porque era una fiesta de cumpleaños. Al principio no quería pero, para convencerla, le dije que los dos comeríamos tortas. Pero no estaban buenas, no eran como las que hace mi mamá. Tenían gusto a barro y no nos gustaron. Así que nos tiramos las tortas por la cabeza y, como a ella le dolió, dejamos de jugar y nos limpiamos las manos en la ropa porque habíamos quedado todos sucios y no queríamos que nos vieran con las manos con barro. Nos fuimos para adentro de la casa. Yo no sé que le pasó a la mamá de la Cristina porque se puso a gritar como loca y a decirle que había embarrado el vestido; que qué clase de niña era; que qué iba a hacer ahora; que era una cochina y hartas cosas más. Yo no sé por qué los grandes se enojan tanto cuando uno se ensucia con barro. Total, a las mamás no les cuesta nada lavar y les gusta hacerlo, porque siempre juntan harta ropa para tener harto que lavar. Mi mamá me miró y abrió unos ojos, así de grandes y parecía que se les iban a salir de la cara. Ella estaba como si quisiera reír o llorar. Igual me tomó de una oreja y me llevó al baño para lavarme.
No sé qué le pasó a mi amiga porque, cuando volví, ya no estaba en la pieza. A lo mejor se la llevaron presa por ensuciarse el vestido. Pero yo no veía tan feo el vestido con barro para que la mandaran presa. ¡Quizás cuántos años irá a estar en la cárcel! A lo mejor sale viejita y se va a morir, después. ¡No sé para que inventarían el barro!
Ayer, yo estaba contento porque volvió mi amiga Cristina. Ella me contó que la mamá la había retado todo el camino pero que, como su mamá era muy buena, la había perdonado. Todas las mamás son buenas pues, después que lo retan a uno, le dicen que lo quieren y que tienen el mejor hijo del mundo.
Ayer fui a la escuela, ¿o al colegio?. No sé. Es igual que los pescados que tienen dos nombres. Creo que es escuela cuando uno entra y es colegio cuando uno sale de allá.
Había una señora que tiene más o menos cien años porque está más viejita que mi mamá, y tiene el pelo blanco. Debe ser la tiza, digo yo, porque a ella le gusta escribir en la pizarra. Ella me dijo que era mi tía. Yo la quedé mirando porque no sabía que tenía una tía profesora, pero así lo dijo. Después supe que uno está lleno de tías en la escuela. Debe haber una fábrica de tías. No todas salen iguales. Unas salen bonitas y otras feas. La tía de mi curso es bonita aunque es fea y nosotros la queremos harto. El otro día compró serpentinas y globos y dijo que estábamos de cumpleaños. A mí no me gustó mucho la fiesta porque no me dieron regalos. Sólo era comer galletas y tomar bebidas. Las galletas estaban duras. Se parecían a las tortas de barro que hice con Cristina, pero tenían mejor gusto. Tomé harta bebida y estaba con la pancita así de grande y, de repente, a los niños se les salían unos “chanchitos” que eran como chanchos de grandes y la tía se reía. Mi mamá me dice que eso no está bien, que se deben guardar los “chanchitos”, pero a mí me molestan porque la andan revolviendo en la guatita que parece tambor.
El otro día me mandaron a comprar a las siete de la noche. Casi nunca lo hacen porque uno se puede perder, o pueden aparecer bandidos que lo amenazan a uno con pistolas y escopetas. Me recuerdo que hace como diez años, a mi amigo Carlitos lo asaltaron con una bomba atómica, pero él salió arrancando y se escondió en un árbol. Los bandidos se aburrieron y se fueron porque llegaron unos gitanos que se los querían robar a ellos. Los gitanos siempre tienen la cara sucia y el pelo despeinado y las gitanas andan con unos vestidos que les llegan al suelo. Dicen que es para esconder a los niños que se roban y que andan en la calle. La otra vez, escuché que los gitanos se habían robado un auto pero no creo que lo hayan escondido entre los vestidos. El auto es muy grande. Los gitanos hablan raro porque dicen unas palabras que uno no entiende pero ellos las entienden porque son gitanos. Cuando hablan con uno, hablan bien raro, también. Yo los escuché cuando le estaban viendo la suerte a un hombre en la calle. Ellos le ven la suerte en la mano porque dicen que ahí está todo escrito. Por eso, creo que hay que tener las manos limpias para que le vean la suerte, aunque nunca he visto letras en las manos. Son puras mentiras, porque yo siempre tengo las manos limpias y no tengo letras en ellas. Me gustaría ser gitano para andar con ellos por todas partes y dormir en carpas como en un circo. Claro que no me gusta porque duermen en el suelo y no tienen camas. A lo mejor duermen parados. Yo no sé. Nunca los he visto de noche en las carpas. Sólo los he visto cuando tienen la carpa abierta en el día.
Me gusta más el circo porque uno puede sentarse a mirar los “tonis” o los que andan en la cuerda. vi. una “tarapecista” que era bien bonita y que se subió a una cosa que colgaba arriba de la carpa y a mí me dio susto porque saltaba de una de esas cosas a otra y la tomaban de las manos. A mí me saltaba el corazón porque ya veía que se caía. Pero no se cayó. Después se despidió. Así.- Cochito hizo una reverencia - Luego salieron unos perritos que eran bien harto inteligentes. Hacían hartas gracias, se paraban en las patitas de adelante y caminaban por la pista. Otros bailaban con las patas de adelante, arriba. Era divertido. Había otro perrito que sabía hacerse el muerto. Quedaba botado y no se movía. Pero eso no era gracia, porque yo también sé hacerme el muerto y no me muevo. Después vino el hombre que come fuego. Ponía la lengua y chupaba el fuego como si fuera un helado. Creo que él no tiene frío cuando hace frío porque como come fuego, tiene fuego en el cuerpo pues, cuando se ponía un palo encendido delante de la cara, la boca se le hacía agua y le salía harto fuego. Yo creo que en el circo lo tienen para que caliente la comida y así no gastan en gas. ¿No creen? Debe ser bonito tener un hombre que bota fuego porque cuando hace frío, uno puede pedirle que eche fuego y poner las manos a calentarlas. Pero no muy cerca porque se las pueden quemar. Nunca hay que invitarlos a un bosque a jugar porque puede hacer un incendio de bosque.
A mí me hacen reír los payasos porque siempre se caen y hablan chillones. Igual como lo hace mi tía en el colegio cuando se enoja. Pero los payasos hacen reír, sobre todo cuando se pegan o se tiran cosas. Pero son tontos porque, a veces, les hacen preguntas bien tontas y ellos no entienden y se hacen los tontos. Yo no sé para qué se pintan la cara. Siempre se ponen harta pintura en la cara. Yo tengo una amiga de mi mamá que se pone harta pintura en la cara, y en los ojos se pone unos colores bien raros. Ella se cree bonita y, cuando yo la miro, siempre me pregunto si ella tiene cara o no, porque está toda pintada y se cree linda. Ella me sonríe. Yo la miro no más. A lo mejor trabaja en un circo. Claro que no es “tarapecista” porque es bien gorda. Sí. Pueda que sea payaso o payasa.
¿Por qué la noche es oscura? Debe ser porque no hay sol. El sol sale sólo en el día y nunca lo he visto en la noche. No es como la luna que no le importa salir de noche o de día. Claro que de noche se ve más como luna. A lo mejor, en el cielo, hay una de esas cosas que encienden las luces y que cuando lo encienden sale el sol y si lo apagan se pone de noche. Sí. Y los angelitos deben encender la luz para que haya día y cuando la apagan queda todo oscuro. Además la luna es como queso y no como esa cosa. Yo no sé por qué la luna me sigue cuando ando de noche. El otro día quise hacerla lesa y me escondí detrás de un árbol. Ahí se paró la luna, también. Espere un rato y cuando salí, me empezó a seguir de nuevo. Anda junto conmigo. Me detuve y, para hacerla lesa de nuevo, me puse a caminar para atrás, al revés, pero no siguió para adelante, sino que me siguió para atrás, igual no más... Debo tener un imán de luna en el cuerpo, porque a donde vaya, me sigue. Las estrellas son como ojos que se cierran y se abren bien rápidos. Así. –Cochito abría y cerraba los ojos repetidamente - Es como si nos guiñaran los ojos desde arriba. Hay hartas estrellas. El otro día empecé a contarlas y me aburrí porque sólo sé contar hasta diez. Ahí las dejaba y empezaba con otras hasta juntar diez. Después se me enredaron y me aburrí de contarlas. Las estrellas deben ser los ojos de los extraterrestres o de los angelitos que nos miran desde arriba y se alegran cuando nos ven. Por eso se ponen a pestañear. Pero no sé qué pasa cuando está nublado. No, No son los ojos de los extraterrestres porque ellos son muy feos y tienen ojos chuecos que se les salen de los ojos. Además, las estrellas son bonitas. ¿De dónde salen las nubes? Las nubes son como humo de algodón que tapan las estrellas, la luna, el sol, o lo que sea. Siempre están tapando algo. A veces son blancas como algodón, pero no de ese que se come, porque ese algodón es rojo. Las nubes blancas aparecen cuando va a ser la Navidad. A lo mejor es para que las pongan en los árboles de Pascua. Las nubes juegan en el cielo porque se convierten en lo que quieran. A veces, son como camellos con las jorobas bien altas. Otras veces, son como un tren que va pasando y que lleva hartos carros. Otras veces, las nubes son dragones que tiran fuego, pero es fuego de nubes, no es fuego de verdad. La otra vez ví una nube como culebra que se iba a comer a una nube ovejita, pero la nube ovejita se dio cuenta y salió arrancando y se derritió. La culebra quedó con la boca abierta y también se derritió. Yo creo que se derritió de rabia.
A veces, las nubes son negras y parecen que estuvieran enojadas porque pasan bien rápidas y meten harto ruido. Mi mamá estaba asustada porque se escuchó un trueno y había relámpagos. Yo también estaba asustado pero me hacía el valiente para que mi mamá no se asustara, pero cuando escuchaba el trueno me deban ganas de salir arrancando y meterme debajo de la cama, pero yo le decía que no tuviera miedo, que yo la iba a defender. Después se puso a llover bien fuerte y me acordé de los angelitos. Yo no sé que estarían haciendo los angelitos allá arriba porque caía harta agua y los truenos iban y venían, parecían bombas que se tiraban por el cielo. Después, pasó todo y salió el sol y apareció un arco iris. Son bonitos los arco iris, Tienen hartos colores y parecen una rueda que va de un lado a otro. El otro día quise ir hasta donde estaba el arco iris pero éste se iba más lejos, como si estuviera jugando conmigo. No es como la luna que a uno lo sigue. El arco iris se arranca. Yo creo que no le gustan las personas. Los angelitos deben pintar los arco iris porque quedan bien bonitos. Me gustaría tener un arco iris en la casa. Lo colocaría en la muralla y que tocara la cama. Sería lindo. Así, me subiría arriba y me tiraría como en un “refalin” para caer en la cama. Le voy a pedir al Viejito Pascuero que me traiga un arco iris para Navidad.
Ayer, el otro día, la tía del colegio nos llevó caminando al puerto para ver un barco. Sí, porque yo vivo en una ciudad que es puerto, no puerta que es diferente. A lo mejor es el marido de la puerta. Parece que hay otras ciudades que no son puertos y no tienen barcos; pero yo creo que toda ciudad debe tener un puerto porque, o sí no, los niños no podrían conocer un barco y no sabrían lo que es un puerto.
Nos llevaron a todos tomados de la colita como si fuéramos un tren y la tía iba de un lado a otro diciéndonos que no nos soltáramos. No sé para qué hacen eso cuando podemos caminar solos, sin perdernos. Cuando llegamos al puerto, vimos un barco bien grande. Parecía un edificio como de mil pisos de altura y que se movía así. - Cochito movió su cuerpo balanceándose.- El barco parecía que estaba bailando porque el agua le hacía cosquillas en el lado del barco y sonaba bien fuerte. Estaba flotando en el mar. Yo no sé por qué el barco no se hunde en el mar cuando es tan pesado. ¿O es liviano? No sé. Debe tener pies bien largos, abajo, para tocar el fondo, o si no, se hundiría. Sí, tienen que tener hartas piernas bien largas porque cuando me meto al mar, siempre me dicen que no me meta muy adentro porque me puedo hundir y mis patitas siempre tocan el fondo. Además, si el barco no tuviera patitas, entonces, como iba a caminar, ¿no creen?
El barco tiene una chimenea por donde sale el humo. Yo creo que adentro, en el barco, todos los hombres deben fumar mucho, por eso sale tanto humo.
Había hartas gaviotas volando y, después, aparecieron unos pájaros bien grandes con un pico largo y que parecían botes volando. Era como si estuvieran vigilando al barco, porque deban vueltas y nos miraban a todos nosotros como si fuéramos bichos raros
El otro día., como a fin de año, tuve una pelea con mi papá y mi mamá. Ellos estaban muy enojados porque siempre se enojan cuando no entienden lo que nosotros hacemos. Además, se creen super “capos” y que siempre tienen la razón, porque cuando uno empieza a decirles las cosas, ellos nos hacen callar y no lo dejan hablar a uno. Por eso quedan felices cuando ellos creen que están bien y uno se queda callado. Si uno vuelve a hablar, lo vuelven a hacer callar y lo amenazan con castigarlo o, quizás, con qué otra cosa.
Yo estaba enojado porque a uno le enseñan que hay que ser bueno con las personas y los animales y que no debemos maltratarlos y hartas cosas más. A veces se me olvida todo lo bueno que tengo que ser y, como se me olvida, a veces hago cosas que ellos dicen que están mal, pero como a uno le dicen tantas cosas a la vez, que a uno también se le olvida. Ellos deberían decir un día “toodo” lo que es bueno y, otro día, “toodo” lo que es malo. Así. Para no confundirse.
El otro día, justo cuando discutí con mi mamá, andaba por el jardín buscando caracoles. Los caracoles son bonitos porque andan con la casa a cuesta y no tienen que pagar arriendo, igual que los pájaros que tampoco pagan arriendo. Los caracoles andan despacito, Cómo las tortugas, pero son más sucios porque van dejando una”custión” detrás que parece saliva, pero que no es saliva. A mí me da cosa verla. Pero los caracoles tienen algo divertido. Sacan los cachitos y los mueven para un lado y para otro como si nos estuvieran mirando o como si anduvieran buscando el camino. Parecen antenas de discos voladores. Si uno les toca la cabeza, esconden los cachitos, no sé donde, y se meten en sus casas y quedan esperando hasta que uno se va; pero si se les habla y se les dice “caracol, caracol, saca tus cachitos al sol” ellos, de inmediato, sacan la cabeza de la concha para ver si es verdad que hay sol. Entonces, si no hay sol, deben quedar con los cachitos escondidos y se quedan dentro de la concha para dormir o descansar hasta que salga el sol. Yo me imagino que adentro de sus casas los caracoles deben tener luz, o se arriendan una luciérnaga para que les ilumine. Tiene que haber un caracol sabio que sabe cuando sale el sol y les avisa a los otros caracoles para que salgan de sus casas a jugar, porque no creo que ellos salgan a trabajar pues tendrían que levantarse temprano y tener un bus especial de caracoles para ir al trabajo y nunca he visto caracoles parados en las esquinas esperando el bus. Además, como andan tan despacito, se demorarían mucho en hacer el trabajo y todos se aburrirían.
Ellos salen a comer. Eso es. Yo seguí a un caracol que estaba en el jardín para ver a donde iba o qué iba a hacer y me fui despacito detrás. Como caminan tan lento me aburrí y empecé a mirar entre las plantas para ver si había otro caracol para ponerlos a pelear. Tiene que ser bonito ver una pelea de caracoles porque como no tienen manos ni piernas, no pueden pelear “karate”. Deben pelear con los cachitos o se deben morder y, como pelean tan despacito, yo creo que se aburren y se ponen en la buena y no pelean. Nunca los he visto pelear.
Estaba buscando el caracol cuando descubrí una pequeña lauchita que tenía una patita mala y parece que estaba sufriendo mucho porque tenía cara de que le dolía y me miraba con unos ojos pidiendo que le ayudara. Se debe haber caído del techo o puede que la haya atropellado un camión. Yo me acordé de lo que dicen, mi papá y mi mamá, que hay que ser bueno con los animales. Con todo patita mala. Mi mamá corrió a ver qué pasaba en mi pieza y casi se desmayó cuando le mostré la lauchita que estaba enferma con la patita mala. Ella se enojó conmigo y me dijo que botara ese animal cuidado la tomé y le hice cariño en la cabeza. La lauchita estaba contenta y parece que se reía porque me miraba como feliz.
Yo la llevé a la pieza y la metí en la cama para que estuviera calientita y no se fuera a resfriar. Fui donde mi mamá para que fuera a buscar un doctor. Mi mamá primero se asustó mucho cuando le dije que tenía que traer un doctor urgente porque había un enfermo en mi cama y que tenía una inmediatamente Yo le dije que era una lauchita enferma pero, igual, me mandó a que la botara. En eso llegó mi papá y cuando vio que tenía la lauchita en la cama, también se enojó. Yo le dije que la lauchita iba a dormir conmigo y que ellos no tenían por qué preocuparse. Me puse a discutir con ellos porque me habían dicho que tenía que querer a los animales y no ser malos con ellos, pero, ahora que había encontrado una lauchita enferma ¿o era un ratoncito enfermo? Me mandaban a botarlo. A lo mejor mi papá y mi mamá tienen razón porque los ratoncitos también tienen que tener papás ratones y ellos los deben curar o los deben mandar al hospital de ratones, porque debe haber un hospital de ratones- para que se mejore. Por eso mi papá, creo yo, no quería que tuviera la lauchita en casa pues se deben enojar los papás ratones
Bueno, por último, la saqué de la cama y la llevé al jardín. Allá la dejé y llevé una chomba para taparla para que no tuviera frío. La voy a ver todos los días, pero ya no está. Se debe haber ido usando un bastón o una muleta para su patita. A lo mejor se la llevaron en camilla porque no podía andar, así que ya no está más y ya no tengo que discutir con mi mamá, pero como soy bueno, yo quiero a los animales.
Ayer estuve mirando unas hormigas. Son divertidas porque caminan en fila una detrás de otra, y se saludan cuando se encuentran. Me da la impresión que se dicen: “buenos días, señorita hormiga” y la otra, moviendo el “popito”, les contesta igual y siguen caminando. Todas las hormiguitas llevan algo en las patitas, menos las que no llevan nada.
Se meten en un hoyito que parece ser el lugar donde tienen la casa. La casa de las hormiguitas debe tener millones de piezas donde duermen las hormigas porque son muchas.
Yo me puse a contarlas para saber cuántas eran, pero me aburrí de contarlas. Creo que conté hasta un millón. ¿Cómo serán las camas de las hormigas? Son diferentes a las de nosotros pues como no usan zapatos, entonces, no tienen que meterlos debajo de la cama. ¿Las hormigas tendrán que hacer cola para entrar al baño en las mañanas? Yo creo que cada hormiga tiene su baño propio o, si no, la cola de hormigas sería demasiado larga. No me había fijado que las hormigas no tienen ropa. Creo que andan piluchas. No, yo creo que tienen ropa especial para hormigas que se les pega al cuerpo y parece que no tuvieran nada, de lo contrario tendrían frío cuando hace frío. Yo nunca he visto una hormiga tiritando de frío o con bufanda, tampoco las he visto acercándose a la estufa. Ni poniendo las patitas hacia adelante para calentarse. A las moscas, sí, las he visto frotarse las patitas pues deben tener frío y quieren calentarse las manos. No creo que estén aplaudiendo. Tienen que ser muy friolentas porque siempre, donde se paran, se frotan las manos. A lo mejor lo hacen de contentas porque van a comer algo. Algunas moscas son tontas porque creen que se pueden parar en la sopa y, ¡cataplún!, caen en la sopa y quedan muertas pues la sopa siempre está caliente. Es curioso. Las mamás de todo el mundo y de otros planetas, creo yo, siempre sirven la sopa bien caliente y uno se quema la boca y lo retan porque “sorbetea”.
Hoy me retaron en el colegio y esto sí que fue injusto. Me ha dado toda la rabia del mundo y cuando me da rabia, siempre, me enojo. Cuando iba a la escuela encontré un sapito que iba cruzando la calle. Antes que se escondiera, lo tomé con todo cuidado y lo guardé para llevárselo de regalo a la profesora. Yo me imaginaba la cara de felicidad de la tía cuando le entregara el sapito. Además, como ella sabe tantas cosas puede amaestrarlo y trabajar con el sapito en un circo y hacerse millonaria y andar por todo el mundo con su “espertáculo.”
Miraba el sapito y cada vez lo encontraba más bonito, le encontraba cara de artista porque juntaba sus patitas como para pararse de cabeza o para hacer, quizás, qué otra cosa.
Llegué al colegio y me fui derechito a la sala escondiendo el sapito, porque como era un regalo tenía que ser una sorpresa para la tía. La profesora estaba sentada al escritorio. Me miró como si no me viera, pero cuando le dije que le traía un regalito, me miró y me sonrió. Siempre pasa eso con un regalo. Uno puede estar enojado pero cuando le dicen que le tienen un regalo, se le pasa el enojo y uno se sonríe, siempre. Le dije que cerrara los ojos y que juntara las manos para entregarle el sapito artista. Claro que no le dije de qué se trataba. Al principio no quería, pero la convencí y así lo hizo. Cerró los ojos y juntó las manos como yo le había dicho que hiciera. Yo saqué el sapito y se lo puse en sus manos. Ella sintió las patitas heladas del sapito y abrió los ojos. Cuando se miró las manos, los ojos casi se le salieron de la cara. Se puso roja, verde, blanca, azul, de todos colores y ¡ zas¡ ¡cataplum¡ Se desmayó. Me imagino que le pasó eso por la alegría que sintió al ver el sapito artista en la mano.
Los otros niños llamaron al “Direstor” del colegio que vino corriendo a ayudar a la tía que ya estaba volviendo en sí. Yo había tomado al sapito que se había caído cuando la tía se desmayó. Yo creí que ella me iba a dar las gracias pero me gritó y me mostró con el dedo. Lloró y me retaba y seguía chillando. Yo no entendía lo que pasaba. El “Direstor” me tomó de un brazo y me mandó, derechito, a la casa, castigado y que tenía que volver con mi papá. Yo le explicaba lo que había pasado, pero no me escuchaba.
En la casa, cuando mi mamá me vio de vuelta del colegio, me pregunto qué había sucedido y cuando le mostré el sapito artista, también se puso a gritarme y me comenzó a retar Se enojó tanto, tanto, que no me dejó explicarle y lo único que decía era que sacara esa basura, - mi pobre sapito artista - y me envió a la pieza, castigado, hasta que llegara mi papá. Por eso, digo, que los grandes son bien injustos. A mí me dio tanta rabia porque yo creía que la tía iba a estar muy contenta con el regalo y que me iba a poner una buena nota, en cambio me retaron y me castigaron. Nunca más voy a dar un regalo aunque sea el día del papá o de la mamá y prometo no hablar ni pensar nunca más en mi vida hasta que sea viejito y ande con bastón por la calle. Me gustaría ver la cara de mi papá y de mi mamá cuando me vean viejito y arrugadito y que me pregunten algo y yo no les conteste. Creo que es lo mejor que puedo hacer por lo injustos que son conmigo. Así que ahora mismo comienzo a no hablar ni a pensar nunca más en mi vida....
Nos sé cuánto tiempo ha pasado, parece que un día, o ayer o un año. Da lo mismo porque se me pasó la rabia con mi papá y mi mamá y también perdoné a la tía injusta y que no agradeció mi regalo.
Era el comienzo del mes de Noviembre y a Cochito se le veía nervioso y preocupado. A veces se sentaba en el suelo y se ponía a jugar con su dedo índice en la tierra con su carita pensativa. Luego se paraba y caminaba por el jardín de su casa.
Estoy asustado. Dicen que ya se termina el año y que también se terminan las clases. ¡Qué “riiiico”! Pero no entiendo cuando las tías dicen que algunos niños pasarán de curso y que otros se quedarán pegados.
El curso no es un túnel ni un puente para pasar. Así que no sé qué es lo que quieren decir. Algunos niños se quedarán pegados en el curso. Tampoco lo entiendo. Estoy asustado porque si voy a quedar pegado, entonces cómo me voy a ir a mi casa y no sé qué harán mi papá ni mi mamá sin mí. Si uno se queda pegado en el curso, ¿Cómo se queda pegado?, ¿Con engrudo, o con esa cosa blanca, que no sé cómo se llama, y que sirve para pegar láminas en el cuaderno? Eso me tiene asustado. Si algunos niños pasan y otros niños se quedan pegados, entonces, ¿cuáles son los que pasan y cuáles son los que se quedan pegados? Por eso estoy nervioso. Le voy a preguntar a mi mamá. No le pregunto a la tía porque ella siempre dice lo mismo. Que a fin de año lo voy a saber. ¿Qué hago? Es terrible.
¡Por fin terminó el año!… Yo estaba feliz porque no quedé pegado. Me dijeron que era un niño bueno y que había hecho las tareas y que iba a pasar de curso. Sigo mirando por dónde se pasa de curso. El “Direstor”, un caballero viejito con el pelo blanco y corbata, invitó a todos los papás y las mamás de la escuela para entregarnos los “santificados”. Ese es un papel con el nombre y las notas que nos “ponieron” a cada uno y que las tías entregan a los niños. Sí. ¡Tienen que entregarlo! Un niño sin “ santificado” no pasa de curso y queda pegado. Ya sé. ¡Al fin la pillé! Es como un pase que le dan a uno para que pase de curso. ¡Claro!.. Pase y pasar. Es lo mismo. El “Direstor” se subió a una cosa grande para que lo viéramos. Pero no hacía falta. Como estábamos sentados y él estaba parado, podíamos verlo. Igual se subió a esa cosa y empezó a hablar y hablar. Nos tenía aburridos. Yo no le entendía nada. Yo creo que a algunos grandes no los dejan hablar y cuando los dejan, hablan y hablan y hablan. Como el “Direstor”. Después sacó unos papeles para que no se le olvidara lo que estaba hablando. Y nos miraba con unos anteojos bien gruesos que parecían focos de auto. Y seguía hablando. Yo me empecé a aburrir harto y empecé a jugar con mis dedos. Para eso son los dedos cuando uno está aburrido, creo yo. En eso el “Direstor” terminó y todos aplaudieron contentos porque había terminado de hablar. La tía empezó a entregar los “ santificados” y cuando me entregaron el mío, toda la gente aplaudía. Yo me sentía “re”bién y mi papá y mi mamá me abrazaron y me daban besos. En eso, mi mamá se puso triste porque se puso a llorar. Yo le pregunté por qué lloraba y me dijo que lloraba de contenta. No la entiendo. Si uno está contento no tiene por qué llorar. Yo le pasé un pañuelo para que se secara las lágrimas y también la nariz porque se le puso “moquillenta”. Yo era el que estaba más contento porque no quedé pegado y había pasado de curso. Yo miraba y miraba el “santificado” y estaba contento. Mañana le voy a pedir a mi papá que me traiga a la escuela para ver como están los alumnos que se quedan pegados y les voy a ver las caras tristes porque no se van a poder despegar del asiento ni se van a poder ir a su casa. ¿Cómo se sentirán los papás de esos niños pegados? Yo creo que van a estar “muuuy” tristes porque no van a poder llevar a sus hijos a su casa.
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