Exhumaron al residente
de un corazón dolido.
Lo trozaron e inspeccionaron
con la sutileza de un hábil mortal.
Lo desnudaron y pelaron,
lo cocieron y licuaron,
lo doblaron y lo estiraron,
el solo dijo, esta noche
pienso visitar a mi dueña,
y la sangre irrigó sus mejillas
y se puso a echar humo orgulloso.
Altanero comenzó a hablar
desde su cuerpo de nada.
Algo nunca muere
en los corazones dolidos.
Texto agregado el 26-11-2016, y leído por 205
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