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Inicio / Cuenteros Locales / gui / Te contemplo como escribes.

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Veo que estás escribiendo. Contemplo como de pronto levantas tu cabeza y miras hacia un punto indeterminado. Pareciera que has descubierto que allí, en ese preciso espacio, se crean las palabras, se engranan las ideas y se comienza a echar a andar un relato.

Al parecer, encontraste la veta, escribes con rapidez, como si no quisieras perder el hilo de tu imaginación. Eso es, que buen impulso, en segundos ya tienes esquematizado lo que será un buen argumento.

Espera, ¿por qué bostezas? Quisiera creer que se te produjo un atasco, un poco de cansancio, sueño tal vez. Pero no creo que estés aburrido. No, recomienzas la escritura con el mismo entusiasmo, el protagonista está muy bien delineado en tu relato, tiene carácter, estampa y locuacidad. Aunque, quisiera creer que ese cinismo que pareciera ser parte de su ser, es más que nada una coraza para enfrentar situaciones puntuales.
Ahora, te has detenido. ¿Será que el argumento no te convence del todo? ¿Y si le das un giro, si aparece un importante personaje que lo apabulla, ese hombre podría ser un gobernador retirado, o acaso el primer ministro de esa nación y que se percata que tu héroe es nada menos que el amante de su mujer?
Ese importante señor –veo que te has decidido- ha planeado una estrategia. Sonríes de placer al proseguir escribiendo, le has puesto a la trama la enjundia que se merece. Presumo que el protagonista comenzaba a sacarte de tus cabales. Pero ahora, lo pondrás en su lugar, permitirás que alardee un poco y en el instante preciso, cual si fueses su dios, lo dejarás caer.

Pero no, la esposa del senador (has elegido ese cargo para el tipo), está enamorada del protagonista, ese héroe que ahora intentas hacer tambalear. Y te surge la conmiseración. Ella no es feliz con el congresista y Felipe (también le has escogido ese nombre), a pesar de su cinismo, es todo un caballero con ella. De ese modo la ha conquistado, han visitado numerosas galerías de arte y han asistido a la ópera. Ella no ha tenido la precaución de ocultarse. ¿Para qué? Todo el círculo social ya sabe que su matrimonio con el senador sólo subsiste por conveniencia.

Te has levantado de tu asiento. Creo que vas a tomar un café. O vas a fumar un cigarrillo. O te has retirado del cuarto porque has decidido poner distancia entre tu fantasía y tú. Alguien me comentó que escrito que deja sin terminar es escrito muerto. Ya no puede volver a enhebrarlo, es imposible hacer calzar las imágenes que se quedaron impregnadas en las letras con las que ahora trae en su cabeza. Y allí se queda el texto, trunco y ya sin posibilidad de remontar el vuelo.

Regresas, escribes de manera febril, después de varios susesos, el senador se enfrenta con los amantes. Veo que cometiste un error: es sucesos, no susesos. Pero, prosigamos. Decides que los amantes deben enfrentar la ira del senador, no por la humillación de ser engañado, sino por el daño que este hecho le ha provocado a su carrera. Por de pronto, el importante hombre abofetea a su mujer y como es más corpulento que Felipe, lo impulsa con furia hacia el muro, quedando tu héroe inconsciente. La mujer se arroja al suelo para reanimar a Felipe, pero este no da señales de vida.
-¡Lo mataste!- grita la mujer y llora con desgarro.

En este punto, te detienes. Visualizo un extraño brillo en tus ojos. Creo entender que estás enfrentado a una encrucijada. Tienes el poder de reanimar a Felipe o lisa y llanamente, eliminarlo. Pero, piensas en el escándalo que se producirá. El senador será culpado de asesinato, la mujer lo enfrentará en el juicio y eso será doblemente peor. Decides reanimar a Felipe, la mujer se alegra ante esto y ambos terminan abrazados en el piso. El senador, consciente de que esto debe ser solucionado de la mejor manera, le indica a su mujer que se separarán como corresponde y que mientras eso no suceda, Felipe deberá salir de la escena.

Y así lo hacen, el matrimonio se separa y Felipe y la mujer parten en un largo viaje hacia el extranjero.
No, borra eso, no lo hagas. Sí, es tu cuento, ya lo sé. Pero, ese final que estás redactando, me provoca ansiedad. No lo hagas.
Pero no, es tu realización y si bien me había encariñando con los personajes, tú tienes la palabra.
Tu relato finaliza así:
Van los dos enamorados felices volando hacia el lugar elegido. La aeromoza les ha servido champaña. La gente aplaude igual como sucede en las películas americanas. Todo es alegría en ese instante, en el mismo momento en que un estruendo lo deshace todo. El avión ha explotado y sólo el silencio de la vida, que se confunde con el de la muerte, impera entre nefastas nubes.

No me gustó ese final. ¿Por qué sonríes?















Texto agregado el 23-11-2016, y leído por 83 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
23-11-2016 Alucinante.Me gustó. Nazareo_Mellado
 
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