Así las paredes ya no miran lo que es, solo se rigen por quien en algún momento caminó por el espacio entre ellas; la inspiración de conversar y poder descifrar cada uno de los vestigios de quien había sido el principal huésped. Si señor, usted piensa que se va de este lugar sin saber que acá se queda todo, solo se va su cuerpo, su ente concreto; pero la historia, el arte del momento, lo cual llena mas que mil camiones de ropa y muebles que no se pueden levar lo que fueron a ninguna parte, pues fue entre estas paredes donde fue, es y será su historia.

Así tanto como estas paredes están murmurando entre si incansablemente cada uno de estos segundos y hasta meses de historias y aventuras mas simples que un tintero sobre su mesa, no cualquier mesa, sino la mesa que en esa casa era solo para el; junto con las hojas en blanco esperando ser escritas por nadie mas que el lápiz que posara en el tintero solo quien vive en esa casa.

No es sino hasta que ya no queda nada entre paredes el momento preciso para que estas comiencen a desbordar de relatos inimaginables ni por la mente de quien escribe ni el dueño de lo que habría sido el elenco protagonista de la casa que estas parejas de muros o paredes mas bien llamadas han albergado por el tiempo que fuese.

Ideas que salen de la mente son las que verdaderamente pueden concluir en un cuento o una breve aventura, esta vez tomada de aquellas que acompañan día a día, en la soledad o en la presencia; siempre y sin faltar, el hogar es construido a su base, y ordenan que entra y que no, son mas que concreto.

Y sin duda mientras escribo hablan de mi, de ti o de aquel que ya ha de dejar su historia incrustada en ella esperando algún día regresar y destapar el baúl de los recuerdos mas puro y basto de palabras y libros extremadamente profundos y personales de cada uno.

Señores son estas, las paredes, quienes contaran la historia cuando ya no quede nada, no haya nadie y usted y yo quizás compartamos en otro sitio o estado este breve relato.