Yo que he sabido comprender
la dualidad del ser humano,
la guerra y la paz que habita
en la misma alma, yo,
que he aceptado la inestabilidad
que tiene lugar en el transcurso de los días,
no puedo tolerar, como vos,
mi ángel de amor y muerte,
te me vuelves un amante y una madre,
una arpía con aires de odio e ira
todo junto, de segundo a segundo
Yo te amo con mi vida
y te odio con locura,
pues contra a mi has descargado
tu podrido mal estar,
yo te acuno en mi sonrisa
y me desprendo de tu abrazo,
más bien solo las horas paso
bajo el peso de tu indiferencia,
gran pena entre tus las penas
son las que calcino,
porque el brillo de tus ojos
siempre me tiende a apagar,
y me cargas a mí el peso
del torbellino de tus nervios
cual fuese yo el Dios de los mares
que crea tu tempestad
Y mis nervios solo míos,
renacen y se mueren todo el tiempo
y es que ahora el calendario
es solo un ciclo infernal,
no soy santo ni demonio
y aunque admita mis defectos,
Mas no puedo maltratarte
ni herirte sin razón,
quizás sea débil solo débil,
o inmaduro emocional
pero cada cachetada
que a mi espíritu provocas
lo desquito entre los vasos
y desprecio hacia el mundo
porque te quiero y detesto
anhelando tu felicidad,
mientras admito que en mi vida
se avecinan nubes negras
que me llueven y me llueven
empapándome en serenidad
y si imagino que te mueres
y de pronto te conviertes
en polvo y luego tierra
o quizás en una flor,
una flor que una vez fue mía
y se marchito con mi sol
se me pega una sonrisa
una sonrisa que en si llora
porque el peso del amor
no es más que una enfermedad
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