Solo a 20 metros de las llamas. Aún después de varias horas, no decido de que salvarme, ni de que rescatarme, solo creo era estar presa de un mal sueño donde las lágrimas y los gritos toman color carmesí y el humo aún penetra como la nueva loción ambiental. Es momento de decir gracias a Dios y todos los santos y a los ancestros que del cielo nos cuidan, porque ellos tienen que haber soplado ese viento haciendo torcer la dirección. Yo quería sacar algo de la casa y todavía no sé qué, como también no lloré y pensaba que eso es lo que se hacía.

jdp