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EL TIGRE MILLÁN
Los barrios suburbanos son ricos en leyendas, en Alsina aún persiste en la memoria colectiva, la del Tigre Millán. Un personaje creado por un tango que la fantasía popular emparentó con Carlos Millán, un diarero que tenía su puesto en lo que es hoy Perón y Rivadavia, en los años ´30, cuando Barceló, intendente de Avellaneda, y su puntero “Ruggierito”, extendían sus dominios hasta Puente Alsina . Carlos Millán no era “picao de viruela, bastante morocho”, no tenía barbijo ni era matón, pero tampoco de arriar con una fusta. Era un rubio laburante que boceaba los diarios y levantaba quiniela clandestina, Su parada era codiciada por la gente de Ruggierito a quienes el Rubio Millán, les hacía pata ancha, y se la tenían jurada Sus únicos vicios, la milonga y las mujeres. En realidad la milonga era solo el lugar donde Carlos iba en busca de ellas. Allí, en lo de “La chancha negra, a la bajada del puente para el lado de provincia, había un bailongo protibulario y reñidero de gallos, donde Millán conoció a la Parda Flora, la milonguera más papa, de Alsina hasta Pompeya, según dicen las mentas. Conocerse y enamorarse fue un solo instante. Se fueron a vivir a un bulín que él tenía en la calle Jean Jaures, así como está escrito, no te hagás el francés si sos de Alsina,” Yean Yorés” queda en el Once. La Parda, no era lo histérica que decían las malas leguas, por lo contrario era una mina fiel y querendona. Lo tenía a Millan hecho una pinturita, “En las pilchas del paisano, se ve el amor de la china”, decía, pensaba y era obsesiva Flora. Le bordaba, las camisas, el chaleco, el lengue y el sombrero. Una vez le compró unas alpargatas blancas, se había quedado sin hilo y se las tiño de rojo, pero en la primera salida los agarró la lluvia y le quedaron rosas. Millán quiso volver para ponerse otras, pero la Parda entre mimos y pucheritos, lo convenció de que le quedaban lindas y se fueron para el baile. Llevar las pilchas bordadas era común en esos tiempos, tanto como lo es hoy el tatuaje, pero alpargatas rosadas…Diande?...
Fue entrar y comenzaron a charquearlo. De envidia, le decía la Parda Flora… El Rubio, que era un dulce, se bancó el chacoteo, para no preocuparla, pero estaban los compinches de Ruggiero, y eso fue el rebalse del aguante. ”Cuentan que esa noche bramó como fiera en un entrevero que hasta hoy se comenta”. Los matones pelaron el cuchillo, él empuñó las alpargatas rosas… Lo demás es leyenda.

neco 14 / 11 / 16

Texto agregado el 16-11-2016, y leído por 143 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-11-2016 Jajá! Muy bueno! Me encantan estos cuentos de los suburbios, para los que tenés una especial predisposición y conocimientos. Me encantó! Clorinda
 
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