Son unos segundos en los cuales simplemente la mente no puede procesar idea alguna. Es un momento en el que la ansiedad es tan grande que podría caminar hasta la luna sin siquiera notarlo. El sentimiento pasea en mi pecho al caminar cabizbajo entre las nubes con forma de recuerdo.

Cada noche empieza con la magia de los sueños; la sombra de tus pasos y la silueta de tus labios. Luego, suele terminar con la sensación de calor de tu piel junto a la mía y el dulce sabor de tus besos en mi mejilla en la mañana. Sin embargo, al bajar de las nubes, noto que lo único que queda es el sonido de tu sonrisa danzando en cada rincón de mi cabeza.

Tu voz, el sonido que haces al bostezar, tus extrañas muecas, tu risa; tu piel, tus abrazos, la textura de tus mejillas; tu cariño, el sentimiento al sostener tu mano al caminar, tu forma de acariciarme y hacerme sentir diferente. Tus besos y tus caricias. Tú.
Te extraño.