Si yo pudiera entregarte,
a través de mis cuencas vacías,
los sentimientos que me desbordan
en cuanto cae la noche,
solo en el frío
espero la llegada de un cuervo.
Si yo pudiera tocarte,
con estos brazos delgados,
explotaría de ti
los más profundos secretos;
deseando teñirme en ellos
y que su calidez recorra mi cuerpo.
Aún si no puedo moverme,
estando estático en el tiempo,
acumulo pesares
y solo un momento
siento que es tu culpa
y te condeno al infierno.
En las interminables noches que suman y suman años
llega el visitante y escucha mis deseos
y de todo el resentimiento
¡es un milagro!, nació vida.
Entonces me acerco en la noche
¿es que acaso estas durmiendo?
y veo los años en tu rostro,
en tus arrugas satisfechas
y todo se vuelve negro,
como las alas de los cuervos.
Lo que tú no puedes entregarme,
a través de tus cuencas vacías,
yo lo noto en tu rostro
ahora, eterno, gritas.
Para ahora de tus brazos delgados
brotan manos con dedos rígidos
que ya no pueden tocarme
estirados hacia el viento frío.
Ahora yo te observo
a través de la ventana
estático esperando al cuervo
tú te has vuelto un espantapájaros