Un bardo m contó que la lluvia
eran lágrimas del cielo,
que los resonantes truenos,
la voz de un Dios furibundo.
Me dijo que la luna
era de leche y queso
y que en su faz se reflejaba
el rostro del más antiguo viajero.

Sentada en la hierba me contó leyendas
de sirenas y ciudades caídas.
Absorta en su voz cantarina
me enseñó a gigantes y atlántidas.
Prendió en mi interior el fulgor
queimpulsa hoy mis pies a vagar.

Quiero recorrer el sendero prohibido
sin necesidad de empuñar espadas,
que mis pies descalzos rocen la llovizna
descanzando sobre el tierno pasto verde.
¡Oh y que mi voz se alze entonando
las glorias y famas olvidadas!
ir con el bardo al alcázar
de tormentas y dragones.

Volar en alas plateadas
y atravesar el cielo estrellado
quiero dejar en el pasado
el dolor y el sufrimiento.
Respirar profundo en prados floreados
bajo la cobijadora sombra de un roble.

Como un viajero antiguo
errando por el imenso mundo,
el viento abrasa mi cuerpo fecundo
en busca de aventuras,
en pos de las más altas cimas,
de las montañas más lejanas,
en busca del arca sagrada,
de los viejos testamentos.