Pero Grullo, contra pronóstico, había encontrado a Pepa Clores, sin saber que no hay mayor satisfacción en la vida que la de ir por ahí desbaratando planes amorosos. Es así; nadie está conforme con quien le toca en gracia y no quiere, en consecuencia, que lo puedan estar los demás.
Pues bien- ya se dijo- Pero Grullo había regresado y, también contra pronóstico- se había producido el milagro de dar con alguien de su arreglo( Pepa Clores); a los que unían lazos de atracción y no mera solución de compromiso para evitar la soledad,pero faltaba- como se suele decir- la oposición.
Es decir, faltaba el elemento de que no hubiera en el poblado oposición a aquella relación. Aquel termómetro social y el comportamiento vicario habían producido el fenómeno( narrado en Pero Grullo, tres) extraño, de que la gente levantara la mano- como para cantar el cara al sol- por detrás de Pero Grullo cuando concurría con Pepa Clores a algún lugar concurrido. La pobre Pepa estaba en el brete del par dialéctico amor/ complicidad( cuyo resultado se narrará en posteriores entregas de las peripecias de nuestro personaje).
Pero no es esto lo que uno quiere contar en este episodio. Pero Grullo se había sacudido el yugo de la soledad, pero también el de la pobreza, pues a poco de regresar a su Itaca particular, además de encontrar una Penélope desmadejando la labor, le había tocado un "cupón".