-No sé, desde hace poco, me siento sumamente deprimida.
-Entiendo, no es para menos, pero tenga usted claro que todos podemos fallar, no cumplir con nuestros objetivos presupuestados, y eso no obsta para que continuemos con nuestra existencia.
-Sí, lo sé, pero pienso que ya no tengo objetivos para existir, que he perdido credibilidad. Son varios los acontecimientos en que no he tenido buen desempeño.
-Piense mejor que todo volverá a ser como antes, cuando usted era infalible, cuando nadie podía arrojarle ningún infundio a la cara.
-Es que es precisamente eso lo que más me afecta: no tengo cara para enfrentar a los demás.
-Le diré una cosa. Yo he fallado en varias ocasiones, Messi, el mejor jugador del mundo, ha errado varios penales, uno incluso significó que Argentina perdiera la Copa Centenario ante Chile. Y allí lo tiene usted ahora, muy feliz de la vida y jugando como los dioses.
-Sí, eso es verdad, pero Messi sólo les importa a los aficionados del fútbol, yo soy otra cosa, lo mío es más radical.
-Mire, tiene usted una gran oportunidad para el año que viene ya que tendremos elecciones presidenciales. Esa puede ser su reivindicación.
-Puede ser. Mejor cambio la cara y me empeño en ser más cercana en mis predicciones. Y espero que la gente no me mienta más.
Y la encuesta salió mucho más animada, pensando en que tenía tiempo suficiente para atinarle por fin al ganador.
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