Te llevo en cada línea,
Te pronuncias
En la enunciación de cada verso,
Éstos, que se doran
En el néctar de mis penas
Bajo la proyección de tu sombra.
¿Qué haré con vos?,
Amor de lejos,
Corazón compartido en el desvelo,
Pájaros hambrientos
De libertad y de sueños
Que alborotan con su algarabía el cielo.
¿Qué has hecho de este invierno?,
Lúgubre reposa mi tristeza
Ante la precipitación de tu recuerdo,
¡Y bájame la luna sobre mi cama!,
Hazla eclipsar en el centro de mi alma
Y te acicalaré el lomo
Hasta el despertar del alba.
Mi otoño es tu primavera,
Mi corazón te lo entrego,
Mi amor es un ramo desecho por el viento
Pero también te lo ofrezco.
Pensaré en ti,
Y entre tanto tiempo que pasa
Te pediré que no te olvides de mí,
Porque siempre habrá cantares estivales
En un baldío,
En los arrabales,
En tus arrebatos de espíritu noble,
Y en tu corazón enamorado y libre
Sobre las exhalaciones de vida y de desaires.
Ya no habrá escarcha en mis versos,
Te lo aseguro,
Porque tu amor será el fuego
Que le dará calor
A la cárcel de mis huesos;
Y en esta tarde de Noviembre te saboreo
En el dulce jugo de un beso.
¡Te quiero!
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