Mi mejor amigo

Mi perro gruñe, ladra y luego me dice- Veo fantasmas, están aquí en la habitación. Le respondo incrédulo- No digas sin sentidos, solo estamos tú y yo. Me observa con recelo, niega con la cabeza- No miento ni invento, es verdad, son espíritus malévolos, dicen que están aquí por ti. Tus pecados han sido numerosos ya no mereces vivir.

Horrorizado termino por rendirme ante lo innegable, mi perro tiene razón. Hay fantasmas en la recamara, ríen a carcajadas, se abalanzan sobre mí. Mi perro se interpone entre ellos y yo, ladrando furioso. Un intenso dolor en el pecho me derriba, caigo de bruces. Ya no escucho ladridos ni risas. Estoy sordo, ciego en la obscuridad, mi corazón deja de latir, es el fin.