Las nubes tóxicas cubrían el cielo de Mosul. Los combatientes de Isis recurrían a cualquier medio para mantener el control de la segunda ciudad de Irak, incluidos los escudos humanos. La aviación de la coalición internacional no daba tregua y los kurdos peshmergas ya habían entrado en los barrios periféricos de la ciudad.
Las cabezas de Isis evaluaron la situación y buscaron otra base de operaciones como sede del califato. Consideraron que el territorio ideal era Libia. Evacuaron la ciudad y unieron sus fuerzas a los yihadistas del norte de África. De esta manera, Irak reconquistó su territorio. Tripoli y Bengasi cayeron ante el ataque de la Yihad y Libia se transformó en la nueva capital.
Los hombres de Isis no olvidaban su objetivo: su bandera negra debía ondear en el Vaticano. Invadieron Italia y controlaron la península. El Papa huyó a Francia y la Santa Sede se trasladó con él. Entre los miembros de la Yihad había numerosos tunecinos que propusieron que en lugar de la ley sharia se instalara la religión de la antigua Cartago. La idea fue aprobada por unanimidad. Los terroríficos Moloch y Baal reemplazaron al panteón católico cuyos templos fueron cerrados así como el Vaticano. Cada uno de los dioses cartagineses tenía su colegio sacerdotal.
Desde el pasado, Cartago, la vencida se tomaba revancha imponiendo sus divinidades al nuevo mundo.