Don Joaquín
Qué triste y cruel realidad
la que vive don Joaquín,
vive en la oscuridad
y una pena sin fin.
Cuidó de sus hijos
mientras lo pudo hacer,
a todos les daba abrigo,
cumplía con su deber.
Fue un hombre responsable
mientras estuvo sano,
una persona amable
y un ejemplar hermano.
Sin embargo cambió el destino,
y un día perdió su vista,
y la desgracia le vino,
pues ya nadie lo visita.
Lo abandonaron sus hijos,
alguien lo llevó a un asilo,
y ahí triste ha vivido
pues lo dejaron en el olvido.
Sus ojos que están sin luz,
lloran con desesperación,
y le pide al buen Jesús,
le mande su curación.
Ya olvidó sus apellidos
y el lugar donde nació,
siempre se encuentra dormido
y muy lleno de rencor.
Ya se le olvidó rezar
y no sabe sonreír,
no le gusta platicar,
se siente muy infeliz.
A los demás los visitan
y les llevan mil regalos,
en su santo los felicitan
y les hacen mil halagos.
Pero al amigo Joaquín
nadie le brinda consuelo,
y le parece decir
que lo recoja el Dios del cielo.
Pobrecitos de esos seres
que están en el abandono,
y que las ilusiones pierden
y se sienten siempre solos.
Ojalá que se arrepientan
las personas que hacen esto,
porque cuando ellos lo sientan,
sufrirán en todo momento.
Uriel López Guillén
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