Dos silbidos repetitivos indican que ha llegado un mensaje de texto a mi teléfono móvil, el aparato se enciende por algunos segundos emanando desde su pantalla una tenue luz color verde limón; pasado un breve tiempo el dispositivo se apaga uniéndose a la penumbra que viste la monótona noche.
La casa permanece en silencio y la oscuridad acompaña mis pensamientos que vagan entre las historias de mi vida. Quisiera poder encontrar entre todas las sombras de la sala, el esquivo sueño que huye de mi lado hace algunas semanas atrás. Pareciera que será otra larga y fatigosa noche sin poder dormir.
Acostado en el sofá con una taza de té caliente entre mis manos observo el reloj que cuelga de una de las desnudas pareces_ Las cuatro y media de la madrugada_ Pienso en voz alta, me pregunto quién a parte de mi sufrirá de insomnio.
_ ¿Aun estás despierto?_ Recita el mensaje entrante. Debo admitir que es inesperado y me encanta.
_ Si, aun sigo despierto_ Respondo dibujando una sonrisa en mis labios. Te seré sincero al decir que he extrañado mucho nuestras largas conversaciones que deambulan entre literatura, poesía y tus actividades como docente.
_ ¿Puedo llamarte?_ Me hace reír tu nuevo mensaje, alegrandome esta fastidiosa noche.
Volvemos a platicar como en antaño, disfrutamos de la mutua compañía y reímos bastante al debatir diferentes puntos de vista. Argumentas con experiencias de vida la teoría del amor de Christopher Nolan. Y tus sonrisas por mis inútiles explicaciones iluminan mi mala noche.
_ ¡Tus razonamientos son banales Jorge!_ Dices ríendo animadamente frente a mi nulo conocimiento de ciertos temas.
Las sombras de la noche comienzan a retroceder frente a la llegada del nuevo día. El astro rey comienza su perezoso ascenso por la cordillera de la costa cuando nosotros aun reímos y discutimos temas que para otros ojos que no fuesen los nuestros serían triviales.